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PLAN DE AJUSTE: JAQUE MATE A LOS DERECHOS SOCIALES

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La socialdemocracia otanista de nuevo al rescate de los poderosos y en contra de los intereses de las capas populares

César Vilar Antolí-Candela

 El pasado miércoles 12 de mayo, el Presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero anunciaba a bombo y platillo en el Congreso de los Diputados una serie de medidas con el objetivo de “reducir el déficit público”. El objetivo declarado por Zapatero era “no acabar como Grecia”. Estas medidas pretenden ser desarrolladas vía decreto legislativo, lo que nos recuerda las formas usadas por Aznar en su decretazo de 2001, medida que desembocó en la última huelga general convocada por los sindicatos UGT y CCOO. El líder socialdemócrata anunció una reducción de las retribuciones del personal del sector público en un 5% en 2010 (por ahora) y una congelación de las mismas en 2011. También se congelan las pensiones en 2011 de la mano de la eliminación de la prestación por nacimiento de 2.500 euros a partir del 1 de Enero de 2011. La reducción de la ayuda al desarrollo en 600 millones de euros implica uno de las mayores recortes en esta partida, ya de por sí empequeñecida en anteriores presupuestos generales.

 piquete.jpg Estas medidas económicas constituyen un ataque sin precedentes a la mayoría de la población española. Con estas políticas el Gobierno central se ha plegado a las exigencias del capital financiero, de la Unión Europea y del Fondo Monetario Internacional. La sumisión del PSOE a los mercados financieros que han generado esta espectacular crisis es total y absoluta, unos mercados financieros que esconden los enormes intereses bastardos de una minoría oligarca monopolista en su afán por seguir controlando los recursos del planeta. Mientras que los banqueros especuladores y los grandes capitalistas han recibido subvenciones públicas millonarias de más de 150.000 millones de euros de las arcas públicas, los trabajadores (la gran mayoría de la sociedad) se aprestan a pagar las severas consecuencias de un modelo de desarrollo económico basado en una especulación y una exclusión social masivas. Ante estas medidas impopulares y reaccionarias, el Gobierno del PSOE tenía encima de la mesa otras alternativas, como por ejemplo aumentar los ingresos públicos con una reforma fiscal progresiva, la lucha contra el fraude fiscal o la denuncia activa de la economía sumergida. De hecho, como dato escalofriante que debe ser tenido en cuenta para analizar la voracidad empresarial, recordamos que en el primer trimestre de 2010 cuatro grandes empresas del IBEX: BBVA, Banco Santander, Endesa y Telefónica tuvieron unos beneficios netos cercanos al montante que supondrá la cuantificación de la reducción del déficit que producirán las medidas del PSOE.

ZAPATERO, AL COMPÁS DE LA EXTREMA DERECHA LIBERAL

  En vez de optar por unas soluciones que beneficiasen a la mayoría, el PSOE ha preferido aplicar las recetas promovidas por la CEOE y por la extrema derecha liberal representada por el Partido Popular. Esta situación no es una realidad típicamente española. En el resto de países en los que gobiernan partidos hermanados con el PSOE, como el caso de Portugal y Grecia, se están desarrollando severos recortes sociales en los que los grandes beneficiarios de estas medidas son de nuevo la banca especuladora y los buitres financieros que siguen lucrándose gracias al gran negocio de la deuda pública.

  El PSOE ha optado por una salida neoliberal a la crisis con propuestas que habría firmado con los ojos cerrados cualquier economista de la escuela de Chicago. En esta ocasión se certifica de nuevo el “sorpasso” del PSOE al PP. Son los mal llamados socialistas los que desarrollan la política que le agrada al gran capital cuando éste tiene serios apuros. Los empresarios saben de buena tinta que el PSOE aparece ante la opinión pública como un partido “progresista y de izquierdas” frente el PP y los dirigentes de la CEOE. El partido fundado por Pablo Iglesias (partido refundado por la CIA, la socialdemocracia alemana y los servicios secretos de Carrero Blanco en Suresnes) allá donde ha aplicado sus políticas económicas siempre ha permitido el enriquecimiento ilimitado de las grandes fortunas de este país. De hecho en las últimas elecciones generales uno de los grandes capitalistas españoles, Emilio Botín, confiaba en la reelección de Zapatero como una muy buena noticia para los intereses económicos de los empresarios. El PSOE actúa en los momentos duros como el gran dique de contención ante el avance de una izquierda transformadora, anticapitalista y popular para gracia de los poderosos y desgracia de la mayoría de la ciudadanía.

  Detrás de estas realidades dolorosas se esconde la naturaleza esencialmente perversa de un sistema económico basado en la explotación intensiva de los nuevos trabajadores que llegan al mercado laboral: Largas jornadas de trabajo, ínfimas indemnizaciones por despido, acoso en las empresas privadas a aquellos trabajadores que se organizan sindicalmente (incluso a aquellos que se integran en UGT-CCOO), reducción bestial de la capacidad adquisitiva a través de la congelación de los salarios, privatización acelerada de los grandes servicios públicos y una correlativa especulación de las empresas privadas que se hacen con antiguos servicios públicos, aumento de la imposición indirecta, supresión de los impuestos que gravan a las grandes fortunas y una más que posible nueva reforma laboral que pretende acentuar el carácter precario de las relaciones laborales en beneficio de las ansias ilimitadas de los empresarios por seguir haciendo negocio.

  Estas medidas adoptadas por un Gobierno que se dice “socialista” han sido aplaudidas por las instituciones comunitarias y saludadas por todos los gobiernos que componen la Unión Europea, una Unión Europea que ha sido edificada en base a la doctrina del libre comercio salvaje y que amenaza con perseguir a todos aquellos estados miembros que no se plieguen a las exigencias del gran capital.

LA HUELGA GENERAL, APLAZADA VARIOS MESES

  Ante este sombrío panorama, los dirigentes de UGT y de CCOO se han quedado sin excusas en lo que se refiere a la convocatoria urgente de movilizaciones que, sin duda, deben desembocar en una huelga general con el objeto de pararle los pies al Gobierno del PSOE. Tanto Cándido Méndez como Ignacio Fernández Toxo han declarado que estamos ante “un ajuste duro”. Durante el desarrollo de la crisis, estos dos sindicatos han venido apoyando las millonarias ayudas a los bancos, firmando pactos de moderación salarial silenciando las luchas contra los EREs y los despidos masivos en empresas privadas. UGT y CCOO han venido manteniendo que “no había razones para una huelga general, que las huelgas generales sólo se convocan cuando se recortan derechos” ¿Y ahora qué? Han llegado los recortes sangrantes sin disimulo alguno. ¿Qué excusa van a poner para seguir apoyando al Gobierno social-liberal del PSOE, seguir negociando la reforma laboral y no convocar una huelga general? Si cinco millones de trabajadores sin empleo, muchos de ellos sin prestación económica alguna y una precariedad galopante no eran suficientes recortes de derechos, ¿qué van a sugerir ahora estos campeones del pacto y de la negociación colectiva? La historia de estas centrales sindicales se escribe con s de servilismo y subvenciones.

  Se ha escenificado muy claramente que a los dos sindicatos mayoritarios se les acabaron las excusas baratas para no convocarle una huelga general a este Gobierno de derechas camuflado tras las siglas del PSOE, un Gobierno que ha promovido un pensionazo escandaloso y un plan de ajuste para que el capital financiero siga forrándose a expensas del sufrimiento social de la mayoría de la sociedad española.

  La situación en Grecia muestra que no es posible hacer frente a las consecuencias de la crisis más que organizándose al margen de las estructuras políticas y sindicales del sistema. No se puede hacer frente a la catástrofe social que nos amenaza sin imponer restricciones a los movimientos de capital, sin someter las finanzas internacionales a la soberanía de los estados nacionales, sin romper con el Euro y con la estructura política comunitaria construida al albur del tratado de Maastricht y sus posteriores reformas. La salida a la crisis debería pasar por la reorganización de la economía en base a criterios que favorezcan a la mayoría: Nacionalización de la banca y de las grandes empresas estratégicas, reparto del trabajo etc.

  Estas dolorosas realidades muestran a las claras que otros caminos deben ser explorados. Todos aquellos que se reclaman de la alternativa política y económica socialista al capitalismo deberían hacer esfuerzos para confluir en proyectos unitarios que señalasen la dinámica perversa de un sistema y de unos líderes políticos y sindicales lacayos que no parece detenerse ante nada y ante nadie en su objetivo de seguir acumulando plusvalía en base al sufrimiento social de las capas populares. La desunión y la ausencia de dinámicas unitarias en el campo de la izquierda anticapitalista se tornan en un gigantesco regalo para el bipartidismo y en una ausencia de perspectivas serias para poder atajar todo este paquete de políticas burguesas impresentables.