Jon Odriozola
Si ya desde la guerra de Cuba y Filipinas y la pérdida de ambas colonias en 1898, el divorcio entre el ejército español y la sociedad era manifiesto, la campaña de Marruecos y, sobre todo, el “desastre” de Annual en 1921 contribuirían a ahondar aún más el abismo que los separaba. Con el golpe de Estado del general Primo de Rivera en 1923 y el desembarco en Alhucemas en 1925 y la posterior derrota de Abd-el-Krim (que, supongo, también sería un “desastre” para él y su pueblo), se conseguirían acallar algunas voces que exigían responsabilidades (por ejemplo, el “Informe Picasso”).
Tras
la derrota de Annual, los militares llamados “africanistas” (los
Franco, Sanjurjo, Millán Astray, Goded, Varela, Alonso Vega)
trataron de rehabilitarse y, para ello, se apresuraron a reorganizar
lo que quedaba de las tropas diezmadas y a trasladar a Melilla nuevos
refuerzos de la Península para lanzarse a la reconquista del
territorio (se reconquista lo que previamente se ha conquistado, es
decir, ocupado, y, según esta lógica patafísica
propia de Ubú Rey, si el Magrheb tomara Andalucía,
podrían hablar también de “reconquista” y de
(re)instalar un Califato ¡con rotunda lógica!). Se
imponía recurrir a un arma más eficaz que no tuviera el
“enemigo”: la aviación. Ya en la I Guerra Mundial se vio
su importancia no sólo como medio de información
–fotografías aéreas, vuelos de reconocimiento, etc.-,
sino como arma ofensiva bombardeando población civil y como
apoyo al ejército de tierra para despejar el terreno.
Se habló mucho en la época de la utilización de gases tóxicos por los españoles durante la guerra del Rif. La prensa afín a los militares propugnaba el bombardeo “incluso con bombas cargadas de gases asfixiantes”.No hacerlo sería tachado de “inocencia o error fatal”.Otros diarios, considerados liberales, eran igual de belicosos, si no más. El “Heraldo de Madrid”,el 20 de diciembre de 1921 (ya se “perdió” en Annual),decía lo siguiente:”(…) las fuerzas coloniales deben hacerse a base de emplear aquellos medios ofensivos de que el enemigo no puede disponer; de algo ha de servir la superioridad de civilización y de recursos”.Todavía no se mencionan explícitamente los gases tóxicos. Pero sólo tres días después, el 23, leemos: “Aeroplanos y gases asfixiantes y tubos lanzaminas y cuantos medios ofensivos ha inventado la ciencia para destruir al enemigo y atemorizarle. Y no se hable de crueldades excesivas. En la guerra no hay nada excesivo. No vemos por qué haya de ser más cruel matar a un hombre envolviéndole en una nube de gases asfixiantes que destrozándole el cuerpo con una granada”. Sin comentarios.
BOMBARDEOS CON IPERITA
Uno
de los gases tóxicos que más se utilizaron en el Rif
fue la iperita, llamada así a partir del nombre de la
ciudad belga de Ypres, o más bien de Yper, en flamenco, contra
la que los alemanes la utilizaron por primera vez en1917 durante la I
Guerra Mundial. España no la fabricaba por lo que la tenía
que obtener de un país extranjero. Los gases tóxicos
que llegaron al Rif en 1922 eran de procedencia francesa. Para las
bombas de gran tamaño se necesitaban grandes aviones como eran
los franceses “F-60 Goliath”. Hidalgo de Cisneros, que sería
después jefe de la Aviación republicana en la guerra
civil, participó en esos bombardeos en 1923. En sus
memorias,”Cambio de rumbo”, escribía: “Me tocó
hacer una faena verdaderamente canallesca que me proporcionó
el vergonzoso y triste privilegio de ser el primer aviador que tiró
iperita desde un avión…”.Además de la iperita, se
utilizaron otros gases –ya lo apunta Olarieta- como el fosgeno y la
cloropicrina, aunque fueron las bombas “corrientes” las que
predominaron, pero no por falta de ganas de usar las otras, que no
abundaban tanto como lo hubieran querido. Según el Tratado de
Paz de Versalles firmado el 18 de junio de 1919,la producción
(y, por supuesto, la utilización) de gases de guerra había
quedado prohibida. Claro que Inglaterra, en 1919,el mismo año
del Tratado, ya los utilizó en Irak.
¿En qué momento fue tomada la decisión de usar gases tóxicos? Como bien señala Olarieta, el alto comisario en Marruecos, Dámaso Berenguer, se mostró refractario a utilizarlas contra los rifeños, pero que los emplearía “con verdadera fruición” después de lo que estos (los rifeños) habían hecho. ¿Y qué habían hecho? Pues cometer el delito de ganar la batalla de Annual, donde quedaron cientos de cadáveres de soldados españoles despanzurrados y mutilados al decir de los que lo vieron después. La batalla de Annual (o Anual) tuvo lugar entre los días 21 de julio y 9 de agosto de 1921. Es el 12 de agosto que Berenguer se muestra dispuesto (el ministro de la Guerra, vizconde de Eza, ya estaba “convencido”) a usar lo que sea pertinente contra los rifeños después de Zeluán y el Monte Arruit con el pretexto de acabar cuanto antes la guerra recurriendo para ello a los medios técnicos más modernos para ocultar lo que no era sino venganza frente a la humillación infligida por unos salvajes cabileños. Pero hay que decir –según María Rosa de Madariaga, que es nuestra fuente- que la decisión de utilizar gases tóxicos se tomó ya en agosto de 1921,cuando el ejército no había recuperado todavía el territorio perdido y no había presenciado, por tanto, otra cosa es imaginarlo, el macabro espectáculo de cientos de cadáveres desventrados.
EJÉRCITO PRETORIANO
La prensa burguesa, venal y patriotera, azuzando a lo más retrógrado del Ejército (en Marruecos también estuvieron en campaña, por ejemplo, Miaja y Rojo además de otros militares que no traicionaron a la República), al igual que lo hicieron en 1898 riéndose y ridiculizando a la ya por entonces descollante marina norteamericana y que ponía de los nervios a un avisado almirante Cervera que sabía de qué iba aquello y pasó a la historia (franquista) por aquello tan gallardo de “más vale honra sin barcos, que barcos sin honra”. ¿O era al revés? Addenda: También hay que decir que los llamados militares “africanistas” nunca mostraron el menor interés (en realidad, era un ejército pretoriano pensado para sofocar revueltas interiores) por aprender la lengua rifeña, en el caso de Melilla, o el árabe dialectal, en el caso de Ceuta, como tampoco en estudiar las costumbres y tradiciones de la población autóctona. Hubo, poquísimas, excepciones que Abd-el-Krim valoró y estimó. Marruecos era un trampolín para hacer “carrera”.
(*) Reflexiones sobre el artículo de Juan Manuel Olarieta Alberdi publicado en el anterior número de El Otro País sobre la guerra colonial española en el Rif y que reproducimos a continuación:
La monarquía borbónica ya empleó gas mostaza hace más ochenta años LA MASACRE RIFEÑA
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