Morir en París,Octubre de 1961

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Crimen de Estado de la Vª República francesa

Andreu García Ribera                            

  En noviembre de 1954, el pueblo argelino levantó la bandera de la independencia contra la ocupación francesa de su territorio. Pronto, el Ejército francés convirtió la tortura contra los resistentes en práctica habitual. Las masacres de los paracaidistas cubrieron la geografía de Argelia, decenas de campos de concentración se instalaron para intimidar cualquier manifestación de simpatía con la resistencia. Igual que 10 años antes hicieran los nazis, el ejército ocupante fusiló a miles de civiles y arrasó poblaciones enteras para cortar el cordón umbilical de la guerrilla con el pueblo. En 1958, un golpe de estado capitaneado por Charles De Gaulle derrocó la IVª República e instauró la Vª República,  que reforzaba el carácter presidencialista de la jefatura del Estado, siempre con la guerra de Argelia como telón de fondo. En 1961, el 75% de los franceses votó en referéndum la paz negociada con el Frente de Liberación Nacional (FLN) argelino, y en febrero de ese año, los más sedicentes colonialistas fundaron la OAS (Organisation de l’Armée Secrete) para defender de forma violenta la continuidad de su provechoso estatus colonial.
  crimen_paris.jpgEn este contexto socio-político tuvieron lugar los sangrientos sucesos de octubre de 1961 en París. El día 5 de octubre, las autoridades francesas prohibieron a los árabes, llamados de forma eufemística FMA (français musulmans d’Algérie), circular por las calles durante la noche, desde las 20,30 hasta las 5,30 horas y desde las 19,30 horas se ordenó el cierre obligatorio de los establecimientos públicos frecuentados por los FMA.

CADÁVERES EN EL SENA

  El 17 de octubre, el Frente de Liberación Nacional Argelino convocó una manifestación en París para protestar contra esta medida racista, que lesionaba el derecho de reunión y de libre circulación de la población árabe. Alrededor de 30.000 argelinos  respondieron al llamamiento. La represión fue brutal, las Compañías Republicanas de Seguridad y las Fuerzas Especiales  (1) de la policía iniciaron una criminal caza del argelino, secundados por bandas fascistas ligadas a los aparatos de seguridad del Estado. Apalearon, dispararon y detuvieron a cualquier persona de origen árabe que encontrasen por la calle. Fueron detenidos cerca de 14.000 manifestantes, golpeados y detenidos durante varios días en el Palacio de los Deportes y en el Estadio Pierre de Coubertin, que se habilitó al efecto para cumplir el papel de Austwitz en el corazón de la Ville Lumiére. Los autobuses metropolitanos fueron requisados para trasladar el alud de detenidos. Lo heridos fueron centenares y el número de asesinados nunca se podrá calcular con exactitud, si bien las cifras más realistas hablan como mínimo de 200 muertos.
  Como buen asesino, el Estado francés se esforzó en borrar las huellas del crimen masivo. Los cuerpos sin vida se arrojaron al Sena, durante semanas aparecieron árabes muertos por bala, estrangulados o apaleados en diversas localidades ribereñas. Se falsificaron las actas de defunción del depósito de cadáveres. Se impuso un férreo silencio en la prensa. Al día siguiente, los periódicos dedicaron sus titulares a la huelga de los ferroviarios, sólo “París Jour” abrió una primera plana mendaz, “Los argelinos, dueños de París durante tres horas”.
  Hacía el mediodía del 18 de octubre, la Prefectura emitió su comunicado oficial, anunciando 3 muertos, 64 heridos y 11.538 arrestados, y transformando una protesta pacífica contra unas normas racistas en una sublevación armada del FLN. Esta ha sido la verdad oficial que ha emponzoñado la historia de Francia durante años. Los sucesos de octubre de 1961 han sido un tema tabú del que casi nadie ha querido hablar o escribir a lo largo de este tiempo. Se declaró secreto de estado y los archivos fueron meticulosamente destruidos o falsificados. 
  Indagar quién era el Prefecto de Policía en París en ese momento nos arroja luz no sólo sobre los hechos de octubre, sino sobre la historia de un país que no ha cesado de mentirse a sí mismo sobre su propia historia. La mentira de Estado y el cinismo de sus servidores han sido una lacra que ha envenenado las raíces políticas y la legitimidad de una República que recurrió y ha recurrido al asesinato y a la tortura para mantener su posición colonial. La última vez, este mismo año en Costa de Marfil, bajo la repugnante coartada de los derechos humanos, como excusa para el control del mercado internacional del cacao.  

MAURICE PAPON, PREFECTO DE POLICÍA.

  El jefe de la policía en aquellas fechas era Maurice Papon, quien preparó meticulosamente el dispositivo, previo y posterior a la masacre. ¿Quién era Maurice Papon? Licenciado en Derecho y en Letras, brillante funcionario de elite, sirvió a todos los regímenes políticos que se han sucedido en Francia. Con 21 años fue popon.jpgSecretario General de la Prefectura de la Gironda (Burdeos). En este cargo, fiel al régimen fascista y pronazi de Vichy,  fue responsable de la deportación de 1.645 judíos, la mayoría de los cuales murieron en los campos de exterminio. Después de la liberación, se hizo gaullista sin ningún problema. En 1949  fue enviado de Prefecto a Argelia y, en mayo de 1956, nombrado inspector general de la administración en Constantina (Argelia) para aplicar la política de “poderes especiales” contra la población argelina. Como buen sicario al servicio del estado, no tuvo problemas en pasar de contribuir al asesinato de judíos a protagonizar de forma directa el asesinato de magrebíes. Incluso, como buen patriota francés, debió de producirle mayor satisfacción esta segunda fase de su carrera, pues esta vez no actuaba como subcontratista del III Reich, sino al servicio de la “grandeur de la France”.
  Trasladado como Prefecto a la capital, se rodeó del equipo de torturadores que tan buen resultado le habían dado en la colonia. Por ello los sucesos de octubre no pueden explicarse como producto de la locura de una minoría de policías desbordados por una situación extrema. En absoluto cabe esta justificación: fue una operación sistemáticamente organizada por la dirección política de las CRS y las Fuerzas Especiales, que contó con el apoyo del ministro del Interior de la época, Roger Frey, del presidente del gobierno, Michel Debré, y la complicidad de ese fraude histórico llamado Charles De Gaulle, cuya principal aportación a la victoria de Francia sobre los ocupantes alemanes fue hablar por la radio desde Londres y correr en un jeep americano hasta París antes de que esta ciudad fuese liberada por las armas de la auténtica Resistencia.
Papon no sufrió ninguna reconvención por su actuación, alcanzó la condición de diputado de la Asamblea Nacional en la década de los 70 y llegó a ser ministro del Presupuesto en un gobierno gaullista, de 1978 a 1981. Sólo mucho más tarde, en 1998, después de un procedimiento que duró 17 años, fue condenado a diez años de prisión por crímenes contra la humanidad por las deportaciones de población judía hacía los campos de exterminio nazis. En atención a su avanzada edad sólo cumplió tres años de privación de libertad.
  Seguramente Maurice Papon nunca comprendió por qué fue condenado por las deportaciones de judíos, cuando por asesinar y torturar argelinos había sido protegido, encomiado y ascendido en su carrera política. Debió de pensar que, a la postre, para un buen patriota francés había sido más agradecido trabajar para los “demócratas” de la IV y Vª República que para los fascistas de Vichy (2).
  La historia de Maurice Papon, en definitiva, es la historia de un país lastrado por dos herencias impuestas por las clases dominantes: la colaboración con el nazismo, mucho más extendida que lo que quisiera la propaganda oficial y la brutalidad colonial. La conjunción de estos dos factores, sintetizados en la personalidad de Maurice Papon, desató hace 50 años la criminalidad organizada del estado francés contra las legítimasaspiraciones de un pueblo oprimido.

 

 


 

NOTAS:
1.- Las Fuerzas Especiales eran grupos de la policía clandestinos, sin adscripción orgánica a las unidades y secciones regulares, que operaban con total autonomía y su misión era ejecutar extrajudicialmente a miembros o colaboradores del FLN. También en la última etapa ejecutaron a militantes de la OAS. Su total vinculación al Estado ha quedado sobradamente probada y un dato esclarecedor es que a la hora de su jubilación, el tiempo en las Fuerzas Especiales les ha computado como trabajado y además el doble.

2.- En julio de 1962 se publicó un decreto que extinguía cualquier responsabilidad penal derivada de actos enmarcados en la lucha contra la independencia de Argelia (también a favor). Una vez más, los torturadores y asesinos se autoaministiaron.