El periodismo tomado en serio/ Nº 56/

Correo Imprimir PDF

“Con los perdedores del mejor de los mundos”, de Günter Wallraff (Anagrama, 2010)

Pedro López López


 

  Günter Wallraff ataca de nuevo. Para quienes no lo recuerden, Wallraff es un periodista alemán que se hizo bastante famoso en Europa en los años setenta, cuando realizó una investigación periodística disfrazándose de obrero turco con el nombre de “Alí”. El libro resultante, “Cabeza de turco”, provocó una auténtica conmoción en Alemania y en unos meses se convirtió en best seller, extendiéndose su difusión por toda Europa.
En esta ocasión, Wallraff vuelve a sorprender con su capacidad para la investigación periodística. En varias de las historias que relata y documenta, se ha disfrazado para poder llegar mejor al fondo de los asuntos que trata y denuncia. En otras, simplemente se ha entrevistado con personas víctimas de mobbing empresarial, normalmente miembros de comités de empresa, pero también ejecutivos que no han compartido alguna decisión empresarial.
  waraff.jpgEn la primera historia, Wallraff se disfraza de emigrante de raza negra durante nada menos que un año, viajando así por toda Alemania. La denuncia que resulta de su simulación es incontestable. En todos los lugares es tratado con evidente discriminación, una discriminación que, por supuesto, no se reconoce formalmente. El argumento de “no tengo nada contra los negros, pero aquí no encajan” se repite en una variedad sorprendente de contextos, desde un concesionario de automóviles hasta una empresa especializada en adiestramiento de perros, un bar o una inocente excursión campestre.
  La segunda historia la protagoniza Wallraff haciéndose pasar por indigente, y, lógicamente, compartiendo vida con ellos. Noches de invierno en la calle a temperaturas bajo cero, recorrido por albergues, exposición a situaciones de alto riesgo de agresiones, etc. La historia, como el resto, da para un libro con contundencia, Wallraff describe esa otra realidad que escapa a la observación de los que estamos integrados socialmente.

TIMOS TELEFÓNICOS

  A partir de la tercera historia, el libro se centra en la denuncia del mobbing empresarial en el mundo laboral. Comienza con los llamados call centres, un contexto en el que lo normal es presionar a trabajadores precarios para que timen telefónicamente a los usuarios. Invadiendo la privacidad de los usuarios, engañando a ancianos, sirviéndose de todo tipo de tretas, estas empresas no tienen el más mínimo escrúpulo a la hora de timar. Tras la publicación de las investigaciones de Wallraff, Eckhard Schulz, dueño de la empresa Call-On, tuvo una conversación con el periodista; a la pregunta “¿qué porcentaje de esos call centres trabajan engañando a la gente?”, dice lacónicamente: “todos”; “¿todos?”, replica Wallraff, “todos”, repite Schultz, “de lo contrario, no venden nada”.
  El cuarto capítulo describe las horribles condiciones laborales y falta de seguridad en una panificadora que trabaja para la empresa Lidl –naturalmente, Lidl no quiere saber nada, lo único que le importa son precios bajos-. Accidentes laborales que la empresa se niega a reconocer, condiciones infames de higiene y seguridad, jornadas laborales extenuantes y, naturalmente, extorsión a los trabajadores que protestan… En fin, auténtico siglo XIX. A todo esto, la inspección laboral mirando para otro lado, que para eso estamos en una economía neoliberal.
Quinto capitulo: restaurante de lujo dirigido por un chef de altísima categoría. Aquí no sé si era el siglo XIX o el XIV, porque ya no se trataba de un régimen de explotación laboral, sino de auténtica servidumbre medieval.
  El sexto capítulo le toca a la famosa cadena cafetera Starbuck, una empresa que, como ahora se lleva con frecuencia, va de “buen rollito”: a los trabajadores se les llama “socios”, la empresa es una gran familia compuesta por dueños, directivos y trabajadores… Pero si a algún trabajador se le ocurre poner en entredicho la tremenda explotación laboral, entonces se le declara enemigo de sus propios compañeros (al estilo “Un enemigo del pueblo”, la genial obra de H. Ibsen). Otra parte interesante de la obra de Starbuck está en su gran labor de convencimiento a propietarios de inmuebles para que no renueven los contratos que mantienen con arrendatarios de locales que ambiciona Starbuck… Y, claro, ¿será por dinero? A lo mejor esto no se llama técnicamente soborno, pero debe de andar bastante cerca.
  La privatización de los ferrocarriles alemanes es tratada en el siguiente capítulo. Las artimañas, los maquillajes contables y las presiones a directivos y trabajadores que no comparten la privatización, van desfilando para trazarnos un buen retrato de los procesos de privatización, procesos cuasimafiosos cuando uno conoce los detalles, juego sucio en estado puro. Y, desde luego, estos procesos, tratándose de empresas públicas, son impulsados por los gobiernos que, socialdemócratas o conservadores, siguen el mismo recetario económico. Algunos directivos de Deutsche Bahn AG, la empresa alemana estatal de ferrocarriles, se empeñaron en insistir en la calidad de la empresa y en el buen servicio que prestaba a los ciudadanos, lo que cuestionaba la necesidad de privatizar y el suculento negocio que había detrás. Pero para eso Gerhard Schröder, el canciller federal socialdemócrata, nombró a Hartmut Mehdorn presidente del consejo de dirección, que, junto a otros ilustres socialdemócratas como Wolfang Clement, ministro de economía con Schröder, planearon en todos sus detalles (extorsiones y maquillajes de cifras incluidos) la privatización de varias empresas públicas. La caza a los críticos de la privatización solía culminar en despidos, pasando por chantajes emocionales, manipulación de ordenadores para acusar falsamente a uno de estos críticos de consumo de pornografía con animales (aquí hubo fallos, pues pudo demostrarse que las horas de ese supuesto consumo en el trabajo, el acusado estaba hospitalizado en una ocasión y de viaje de trabajo en otras), coacciones, etc. Los gángsteres que llevaron a cabo esta guerra sucia siguen disfrutando de sueldos millonarios.

ABOGADO MATÓN

  El último capítulo se ocupa del matonismo de un abogado experto en despedir a trabajadores incómodos cuando no hay ningún motivo legal. No sólo se ocupa de preparar pruebas falsas, intimidar a los trabajadores, lanzarles ataques hasta desequilibrarles psicológicamente (depresiones, intentos de suicidio, ruptura de matrimonios), sino que además, con toda su experiencia mercenaria al servicio del mejor pagador, imparte cursos explicando sus métodos de extorsión a dueños de empresas y jefes de personal. Ahí donde él ha asesorado ha habido apaleamientos de miembros de comités de empresas, persecución telefónica (cientos de llamadas en las que alguien cuando se responde colgaba, con la intención de aterrorizar), amenazas, etc. No en vano, el abogado en cuestión presume de preparar minuciosamente estos procesos. Una de las canalladas preferidas de este tipejo –Helmut Naujoks- es buscar entre el personal femenino de la empresa alguna mujer a la que se pueda presionar (vía chantaje o vía soborno) para que denuncie falsamente por acoso sexual a un miembro de comité de empresa o de sindicato al que no se ha podido intimidar.
  En resumen, el libro de Wallraff muestra con maestría el matonismo empresarial que actualmente está desmantelando la legislación laboral y el estado social en Europa, con la complacencia de gobiernos tanto de “izquierdas” (socialdemócratas, quiero decir, por eso el entrecomillado) como de derechas (aquí ya no hacen falta las comillas). Por favor, hagan un hueco y lean y divulguen este libro para hablar con conocimiento de causa.