BRUJAS EN LA NOCHE

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Miguel Huertas Maestro

“Nos era simplemente incomprensible que los pilotos soviéticos que nos daban tantos problemas eran, de hecho... mujeres. Estas mujeres no le temían a nada: venían noche tras noche, en sus destartalados aviones, impidiéndonos dormir...”,
Hauptmann Johannes Steinhoff, piloto de guerra nazi

 
   Alemania invade la Unión Soviética el 22 de Junio de 1941, y gran parte de la aviación soviética es destruida en esos primeros momentos. Mientras los aviones brujas.jpgnazis siguen dominando los cielos, miles de jóvenes, muchos pertenecientes a clubes de aviación civiles, acuden a alistarse para luchar contra los ataques fascistas.
Muchas mujeres se encontraron con un rechazo inicial, pero en Octubre de 1941 las reclutas ya se estaban entrenando la base aérea del pueblo de Engels, al norte de Stalingrado. Bajo las órdenes de su instructora, la Mayor de las Fuerzas Aéreas Soviéticas Marina Raskova, las futuras aviadoras comenzaron su adiestramiento.
Tuvieron que enfrentarse a muchas dificultades. La primera de ellas, la desconfianza y el desprecio de algunos de sus compañeros, que consideraban que no eran de fiar y que incluso se negaban a volar junto a ellas. Además, los uniformes militares estaban hechos para hombres y hubo que confeccionarlos de nuevo para que pudiesen ser usados por ellas; lo mismo ocurrió con las botas, que tuvieron que ser rellenadas de papel de periódico para que pudiesen adaptarse al pie, generalmente más pequeño, de las combatientes. En muchos casos también hubo que modificar los aviones, pues algunas de las nuevas reclutas no llegaban a los pedales. Además, tuvieron que raparse el pelo “a no más de dos pulgadas”, cuando en muchas regiones de la URSS era tradición llevar el pelo hasta más allá de la cintura. Aunque desde una óptica actual puede parecer trivial el hecho de que una mujer se corte el pelo muy corto, en 1941 revelaba un compromiso total.
Entrenaban más de diez horas cada día, pues, con las tropas alemanas avanzando en el Frente Oriental, debían aprender en días lo que otros podían permitirse dominar en meses o años.
  Después de seis meses de durísimos entrenamientos, Marina Raskova envió a las jóvenes reclutas a la línea de frente en tres regimientos: el 586º de Cazas, el 587º de Bombardeo, y el 588º de Bombardeo Nocturno.
  Las mujeres del 588º pilotaban  aviones Polikarpov U-2, biplanos diseñados originalmente para el entrenamiento y la fumigación, que sólo tenían capacidad para dos bombas (por lo que debían hacer varios viajes) y no podían equipararse ni en velocidad ni en potencia de fuego a los aviones alemanes.
Sin embargo, pronto se convirtieron en la pesadilla de los aviadores nazis.
  Las combatientes del 558º hacían uso de gran capacidad de maniobra de los U-2 y la combinaban con tácticas extremadamente arriesgadas. Aparecían de noche, apagando el motor para no ser detectadas por el sonido, y realizaban bombardeos de precisión y hostigamiento contra el ejército alemán. En combate contra los aviones nazis, estas aviadoras solían ponerse a tiro de los alemanes mientras sus compañeras aprovechaban la distracción para hacer blanco.
Debido a su habilidad, astucia, y a la ferocidad de los ataques, los soldados nazis comenzaron a referirse a ellas como Nachthexen: las “Brujas de la Noche”.
En Febrero de 1943, el 588º Regimiento se reorganizó dentro del 46º Regimiento de Aviación de Bombardeo Nocturno, y para Octubre de 1943 era conocido como “la Guardia de Taman” debido a las legendarias victorias obtenidas por el Ejército Rojo en la península de Taman.
  Fue el Regimiento de mujeres con más condecoraciones, y en su apogeo llegó a tener cuarenta tripulaciones dobles. Para el final de la Guerra, las Brujas habían realizado alrededor de 23.000 salidas y arrojado aproximadamente tres mil toneladas de bombas. Se calcula que cada aviadora realizó más de mil misiones de combate, y veintitrés de ellas fueron condecoradas con el título de Heroína de la Unión Soviética, la más alta distinción de la URSS.
  Treinta de las “Brujas de la Noche” murieron en combate; muchas de ellas eran muy jóvenes, algunas incluso adolescentes.
 
MARINA RASKOVA

  marina_raskova_1.jpgNació en una familia de “clase media” en 1913, siendo su madre maestra y su padre profesor de música. Aunque la intención de su familia era que fuese cantante de ópera, ella comenzó a estudiar química, y después de graduarse comenzó a trabajar en una fábrica de pinturas.
  Un año después se casó con su compañero, Sergei, y tuvieron una hija llamada Tanya. En 1931 comenzó a trabajar como delineante para el Laboratorio de Aeronavegación de la Academia de la Fuerza Aérea. En 1933 se convirtió en la primera aviadora soviética con título oficial, y un año después era instructora de la Academia Aérea de Zhukovsky. En 1935 se divorció de su marido, y en el 37, junto a Valentina Grizodubova, batió el récord femenino de vuelo sin escalas.
En 1938, junto a otras aviadoras (Grizodubova y P. Osipenko), estableció una nueva marca. Volaron desde Moscú hasta Komsomolsk-on-Amur en un vuelo de más de 26 horas sin escalas, a bordo del Rodina (“Patria”). Marina no dudó en saltar del avión con un paracaídas cuando la visibilidad impedía aterrizar, siendo encontrada por un cazador en plena estepa.
  Ese mismo año fueron condecoradas con el título de Heroínas de la Unión Soviética, siendo las primeras mujeres en obtenerlo.
  Cuando se produjo el estallido de la Segunda Guerra Mundial en el Frente Oriental, muchas mujeres con experiencia civil de vuelo acudieron a alistarse. En el Ejército Rojo no había ninguna norma que impidiese a las mujeres combatir en primera línea, pero en la práctica se encontraban con muchos obstáculos, siendo relegadas a ocupaciones de tipo auxiliar.
  Marina Raskova utilizó su autoridad como aviadora de fama mundial para cambiar esto, y con la aprobación directa de Stalin pudo convencer a las autoridades militares para organizar y entrenar tres regimientos de aviación en los que las mujeres serían aviadoras, ingenieras y personal de apoyo.
  Raskova comandó personalmente el Regimiento 587º de Bombarderos, que en 1943 fue reorganizado como el 125º Regimiento. Estas aviadoras, que estuvieron combatiendo en Stalingrado, volaban en modernos Petlyakov Pe-2, mientras otras unidades compuestas por hombres empleaban bombarderos más viejos.
  Marina Raskova murió el 4 de Enero de 1943, cuando su avión se estrelló a causa de una tormenta. Al estar en una misión militar, se la consideró caída en combate y se le realizó un funeral de Estado. Sus cenizas fueron situadas en el Muro del Kremlin, y fue condecorada a título póstumo con la Orden de la Guerra Patriótica Primera Clase.
 
LA ROSA BLANCA DE STALINGRADO

“Era una persona muy agresiva... Nacida para el combate”,lydia_litvyak.jpg
Boris Eremin,
Oficial de la Fuerza Aérea Soviética
 
  Lydia Litvak (1921-1943), de origen moscovita, se unió a un club de aviación popular con catorce años, y a los quince realizó su primer vuelvo en solitario. Un año después ya tenía licencia de instructora de vuelo.
  Cuando comenzó la invasión nazi de la URSS, Lydia trató de unirse a una unidad de aviación militar, pero fue rechazada debido a su falta de experiencia. Retocó su historial de vuelo, añadiéndose más de cien horas de vuelo que realmente no había realizado, y fue admitida en la base aérea de Engels, cerca de Stalingrado.
Allí fue entrenada por Marina Raskova y seis meses después combatía en el 587º Regimiento de Cazas, una unidad compuesta exclusivamente por mujeres.
  Realizó sus primeros vuelos de combate en el verano de 1942, sobre Saratov. En septiembre fue trasladada, junto con otras seis aviadoras del 587º y más personal de tierra, al 437º. Ese Regimiento, que hasta la llegada de ellas estaba compuesto sólo por hombres, combatía en los cielos de Stalingrado. Tres días después de su llegada consiguió su primer derribo, convirtiéndose probablemente en la primera mujer en la Historia en derrotar un avión enemigo en combate. Pocos minutos después derribó a un segundo caza que perseguía a la comandante de su escuadrón. El piloto nazi pudo saltar a tiempo del avión y fue capturado por tropas soviéticas. Resultó ser Erwin Maier, un As alemán con once victorias, condecorado tres veces con la Cruz de Hierro. Maier exigió conocer al piloto ruso que había conseguido superarle, y cuando le presentaron a Lydia Litvak se indignó, pensando que los oficiales soviéticos se estaban mofando de él. Hasta que ella describió minuciosamente los detalles del combate, el piloto nazi no aceptó que había sido derribado por una mujer.
  A finales de septiembre, a medida que iba consiguiendo más victorias, Lydia y otras de sus camaradas fueron trasladas al 9º Regimiento de Cazas de la Guardia, también en Stalingrado. Se dice que para entonces ya llevaba pintado en el fuselaje de su caza una flor blanca, por lo que comenzó a ganarse el nombre de la Flor Blanca de Stalingrado.
  Poco después, Lydia y su compañera Katia Budanova fueron trasladadas de nuevo, esta vez al 296º Regimiento de Cazas (renombrado después como 73º Regimiento de Cazas de la Guardia). Allí, Lydia consiguió su quinto derribo, convirtiéndose en la primera de las dos únicas mujeres Ases en la historia de la aviación militar (la otra es su camarada de armas Budanova).
  Pocos días después, el 23 de Febrero, fue condecorada con la Orden de la Estrella Roja, ascendida a subteniente, y recomendada para un grupo de cazas de élite llamado okhotniki (“cazadores libres”). En esa iniciativa, parejas de pilotos veteranos se movían con más libertad que dentro de un regimiento buscando objetivos según su propio criterio.
  En Marzo realizó un ataque sobre un grupo de bombarderos alemanes, y fue herida por uno de los cazas que los escoltaban. Tuvo fuerzas para derribar a otro de los cazas, pero cuando aterrizó en su base sufría una grave pérdida de sangre debido a sus heridas.
  En Mayo, el que había sido su compañero de vuelo en muchas ocasiones, el As soviético Solomatin, murió en un accidente. Según las palabras posteriores de la mecánica de Lydia, después de la muerte de Solomatin, “Litvak sólo quería volar en misiones de combate”.
  Diez días después, Lydia se presentó voluntaria para derribar un globo de observación alemán, utilizado para localizar objetivos para el fuego de artillería. La misión era extremadamente arriesgada: el globo estaba defendido por decenas de cañones antiaéreos que siempre habían tenido éxito repeliendo los ataques de la aviación soviética.
  Aunque tuvo dificultades, Lydia fue capaz de calcular la hora precisa del día en que podía acercase al globo utilizando la luz del sol para camuflar su caza, pudiendo destruir con éxito el dirigible alemán.
  En Junio fue nombrada comandante de escuadrón. Aunque a mediados de julio fue herida de nuevo y tuvo que realizar un aterrizaje forzoso, rechazó la baja médica y pocos días después estaba volando de nuevo.
  El 1 de Agosto salió cuatro veces a combatir en el sector sur de la Batalla de Kursk. Durante la cuarta misión de vuelo, su grupo fue atacado por sorpresa por un grupo de cazas nazis, y el avión de Lydia fue visto por última vez desapareciendo entre las nubes, humeando y perseguido por varios cazas enemigos. Tenía 21 años.
  Lydia ya había sido condecorada con la Orden de la Bandera Roja, la Orden de la Estrella Roja y dos veces con la Orden de la Guerra Patriótica. Sin embargo, los restos de su avión nunca fueron encontrados y eso impidió que también se le concediese la máxima distinción.
No fue hasta décadas más tarde cuando los restos del avión de Lydia fueron encontrados y, finalmente, fue condecorada a título póstumo como Heroína de la Unión Soviética.
 
SALUD A LAS QUE LUCHAN

  La creencia de que el socialismo traerá automáticamente la liberación de la mujer debe ser desterrada de las mentes de los revolucionarios, pero tampoco se debe olvidar que la derrota del patriarcado sólo es posible dentro de un sistema en el que la explotación económica de la mayoría por parte de una minoría no sea permitida.
  La Segunda Guerra Mundial fue un conflicto atroz y muchas mujeres jugaron su papel en los respectivos ejércitos de cada territorio. La mayoría de ellas fueron relegadas a labores administrativas, auxiliares, o de enfermería. Tan sólo en la Unión Soviética combatieron en primera línea. Más de ochocientas mil mujeres combatieron en el Ejército Rojo como francotiradoras, artilleras o aviadoras; veinte mil de ellas fueron condecoradas; ochenta y nueve recibieron la máxima distinción: Heroína de la Unión Soviética.
  En Estados Unidos, la “tierra de las libertades”, las mujeres no pilotaron aviones de combate hasta 1993.
  La crisis capitalista en curso, que no deja ver su fin, puede relegar a muchas mujeres exclusivamente al trabajo no remunerado, lo que quiere decir que se agudizará su dependencia y es posible que acaben dependiendo del soporte económico de un hombre. Se darán pasos atrás en su libertad.
Los tiempos huelen a barricada, y debemos hacer un esfuerzo para combatir las actitudes patriarcales dentro de la izquierda revolucionaria. Decir que la represión policial es más terrible porque “apalearon a mujeres” es relegarlas a una posición de debilidad. Expresar que nuestras compañeras no deben estar en primera línea porque “no son físicamente tan fuertes como un hombre” es insultar miles de años de desarrollo de la humanidad.
  Ambos argumentos se pueden escuchar incluso en el sector de la izquierda revolucionaria. El patriarcado lleva cientos de años moldeando las sociedades y las mentes de las personas, pero eso no es una excusa: es un motivo para redoblar los esfuerzos en la lucha.
  Las Brujas de la Noche no necesitaron testosterona ni cromosomas XY para ponerse en primera línea. El capitalismo lleva de la mano la opresión patriarcal, y su ideología dominante se concentra en hacernos amar al explotador y odiar al explotado. Debemos tener espíritu crítico, pero eso no quiere decir que debamos criticar lo que el poder establecido quiera.
  La Unión Soviética no fue perfecta; no podía serlo. La crítica es necesaria, pero siempre desde la izquierda y, en ningún caso, debe hacerle el juego al poder establecido o convertirse en parte del engranaje de la propaganda imperialista. Al igual que de la URSS hay muchos errores de los que aprender, también hay muchos triunfos que reivindicar.
  Con el socialismo no se eliminaron las contradicciones de género por arte de magia. De hecho, ya hemos visto cómo muchas mujeres luchadoras fueron inicialmente rechazadas tanto por el Estado como por sus compañeros varones, pero no se puede negar que se produjo un avance.
  La URSS de mediados de los años treinta era un país donde una mujer, como Marina Raskova, podía decidir divorciarse y convertirse en una oficial militar de alta graduación; más impresionante es que era un país que permitía que la mujer concibiese eso no como un milagro, sino como una opción viable. Esto no surgió de la nada: fue el trabajo organizado de muchas militantes el que permitió que se produjesen tales avances en la Unión Soviética, dejando claro que la liberación de las mujeres sólo puede ser fruto de su propia lucha, y producirse en un sistema en el que la economía esté al servicio de las personas y no al revés.
  La ofensiva ideológica del capitalismo nos esconde los triunfos, para que no podamos recordarlos y agarrarnos a ellos, para que nos sintamos desconectados del pasado, de aquellas personas que lucharon. No podemos permitirlo.
  Al igual que la historia de los pueblos luchadores, la historia de las mujeres luchadoras es invisibilizada por la clase dominante. Es nuestro deber recuperar nuestra historia, la historia de las que no se rindieron. Mujeres luchadoras procedentes de pueblos luchadores, como las Brujas de la Noche, no pueden ser olvidadas. Deben ser ejemplo.
  Tenemos que luchar por el futuro, pero siendo herederos del pasado, recuperando a nuestros héroes y heroínas.
  Y mis heroínas atravesaban los cielos llevando banderas rojas.