La gran Huelga en Francia

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De la necesaria lucha de clases

Manuel Ballestero (París)

  Que no se trata de un dogma inventado desde el marxismo;  por el contrario, ese principio de dialéctica social, de la insoslayable oposición de intereses y de realidades objetiva y ontológicamente contrapuestas, ya se había teorizado desde Maquiavelo- los Ciompi-hasta Guizot, y todos cuantos habían reflexionado sobre el tormentoso proceso histórico: los antagonismos medievales entre Señores y vasallos, los que se dieron entre  maestros, oficiales y siervos, como puntualiza y resume Marx en el Manifiesto. Max Weber malinterpretó esa realidad histórica constante, algunos todavía le quitan hierro, como “lucha entre dioses” o simple e idealistamente evasiva de infundadas” valoraciones” subjetivas sin contenido ontólogico y real –Cf G. Lukacs, El Asalto a la razón y su Ontología.
  Marx en el Manifiesto, documento teórico de la envergadura de ”La República”, de Platón, o del “Contrato” de Rousseau, sintetiza esas luchas y no las simplifica arbitrariamente en una generalización abstracta; no olvida ni pasa por alto la compleja estratificación de las clases; por el contrario, es en el proceso histórico y en la estructuración social y económica del Capitalismo donde, por razones que teóricamente se analizan, se produce una “simplificación”( burguesía/proletariado), que a su vez  encierra diferencias, que en el libro II de El Capital teoriza como “proletariado moderno”, lo que explica que en su importante opúsculo de 1847 lleve el título de “Trabajo asalariado y Capital”, y que constituye una buena introducción al estudio de El Capital (la noción de “salario relativo” respecto al Capital acumulado).
 Toda esta introducción, para explicar el título de esta reseña de la última gran huelga en Francia. De antemano  y contra las operaciones mediáticas por aquí generalizadas, manipuladoras y a la defensiva, afirmo que los sindicatos  no van a esa lucha dispersos o en un desorden de reivindicaciones sectoriales incongruentes; al contrario, avanzan por vez primera desde “hace décadas” con una plataforma común, firmada el 5-01 y articulada en varios puntos, que por su relevancia vale la pena exponer:  Para contrarrestar y sobrepasar la crisis originada por la financiarización improductiva y expoliadora( las subprimes entre otros extremos), los  Sindicatos, desde el de inspiración marxista hasta la Confederación de sindicatos cristianos, exigen: medidas en medio de la crisis  que preserven el nivel del empleo, por lo que las ayudas públicas a las empresas en dificultad, han de destinarse a desarrollar la formación profesional de los asalariados y con inversiones que fomenten su calificación y abandonando la supresión o la precariedad de los puestos de trabajo; dentro de estas orientaciones, los Sindicatos también exigen el aumento del poder de compra salarial, reduciendo las desigualdades sociales  por la distribución de la riqueza creada, que ahora privilegia a los dividendos en detrimento de los salarios; en tercer lugar el relanzamiento económico hacia la ampliación del empleo, encuadrando el crédito también en este sentido.
 La convergencia de todas las organizaciones sindicales, no sólo garantiza el éxito del movimiento, además da un paso adelante en el proceso de convergencias sociales, que sea la base de un frente de izquierda progresista , para transformar el tipo de crecimiento, que lo asiente  en la consideración  estratégica de las necesidades sociales, contra la rentabilidad sólo financiera o contable de las empresas. 
 Ya en este orden de cosas poseemos un trabajo teórico de importancia, el de P. Boccara: “Transformations et crise  du capitalisme mondialisé, le temps de cerisses” (Paris, 2008).
 Este gran movimiento  y su programa, contenido en la Declaración conjunta de los Sindicatos, abre una ventana que ventile y barra los miasmas de una situación que los de siempre intentan ahogar en el vacío desesperado de proyecto. Se va abriendo  la perspectiva política y aclarándose el perfil de una frente plural, democrático antifinanciero y anticapitalista.