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La batalla por la sanidad pública exige concentrar las fuerzas

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Carmen San José y Jaime Baquero

  La sanidad madrileña se caracteriza actualmente por un enorme déficit presupuestario y por el caos de su red sanitaria pública. Ya pueden esforzarse en difundir, desde la Presidenta al Consejero de Sanidad, que la sanidad es pública porque nadie paga en los nuevos hospitales privatizados, que se han construido más hospitales que en el resto de las CC.AA. y en un tiempo record, porque nada de eso mejora la percepción generalizada entre la ciudadanía de que la situación está empeorado muy rápidamente. Más masificación en el primer nivel asistencial, más espera para pruebas diagnósticas y primera consulta en la atención especializada, y más demora para una intervención quirúrgica.
Los indicadores que mejor reflejan la situación sanitaria no dejan lugar a dudas en el caso madrileño. La Comunidad de Madrid es la que menos gastó en sanidad en cuanto a porcentaje del PIB –un 3,55%, frente a un 5,05% de media del Estado en el año 2005, según los últimos datos de gasto sanitario consolidado del MSC-. Madrid está entre las últimas en gasto per cápita, 1.143,4 € frente a 1.312,66 de media de las CC.AA. en el año 2008. Es la que en los últimos años menos dedica a la Atención Primaria (AP). consejero_de_sanidad.jpgAsí pasó de dedicar, en el año 2005, un 15,3% del total del gasto sanitario, a dedicar en 2008 un 10,7%. Y para 2009 se mantiene la misma tendencia de insuficiencia presupuestaria, con un escaso aumento del 2,7% (un 0,13% en AP). De modo que la capacidad de compra sanitaria disminuirá el próximo año, no pudiendo mantenerse el nivel de actividad de 2008 con los mismos estándares de calidad
  A pesar de la apertura de siete hospitales, el número de camas en funcionamiento no deja de disminuir y actualmente está en los últimos lugares del Estado, con 3,41  camas por mil habitantes –catálogo de hospitales 2007. MSC-, de las cuales 2,2 eran públicas, según la Memoria 2006 del Servicio Madrileño de Salud, cifras que bajan hasta 0,85 para las poblaciones cubiertas por los nuevos hospitales. Desde 1998 se han destruido en la Comunidad de Madrid en torno al 25% de las camas totales y más de un 30% de las públicas por 1.000 habitantes, a pesar del incremento en los últimos años de la demanda de hospitalización (6,5%) y del uso de las urgencias (17,4%), lo que se traduce en un aumento innecesario de las listas de espera quirúrgicas y diagnósticas, en la imposibilidad de hospitalizar enfermos –siendo habitual su aparcamiento en los pasillos -, en colapsos cíclicos de servicios estratégicos como urgencias u oncología, y en la aparición de demoras incluso para obtener cita en los centros de salud.

COMPETITIVIDAD ENTRE CENTROS

  Si analizamos la situación desde la perspectiva de la gestión y organización, comprobamos inmediatamente cómo se ha ido planificando para extender un mercado interno sanitario, donde la competitividad entre centros jugase un lugar destacado –“Red Sanitaria Única de utilización Pública”-, hasta la progresiva privatización tanto de estructuras públicas ya existentes –antiguos ambulatorios y hospitales públicos – como los nuevos hospitales, mediante diversas modalidades, como las concesiones de obra pública o las concesiones administrativas.
Así se han ido incrementando las externalizaciones de servicios, tanto sanitarios como no sanitarios, aunque comportase vaciar de contenido estructuras públicas que funcionaban perfectamente, como servicios de laboratorios, radiología, informática, documentación, etc. Se han multiplicado los conciertos con entidades privadas en el periodo 2003-2007, pasando de 531 a 936 millones de euros. Y, en los últimos años, una población cercana a los dos millones ha pasado a estar cubierta por hospitales privados con ánimo de lucro, como son los nuevos hospitales madrileños. Por otra parte, la planificación sanitaria o la salud pública caen en el abandono, los controles públicos se ven entorpecidos por los diferentes regímenes jurídicos en juego hasta hacerse ineficaces, y la participación social y de los propios trabajadores cae en la marginalidad. 
Toda esta deriva de la sanidad madrileña no es algo que sólo pase en la Comunidad de Madrid. Sin embargo, la característica madrileña, sólo comparable con la Comunidad Valenciana -también gobernada por los sectores más neoconservadores del PP-, está en la extensión y rapidez de las privatizaciones. Se ataca la propiedad pública de los servicios, se cambian las relaciones laborales que vinculan al trabajador directamente con la Consejería de Sanidad, lo que propicia la imposición de un nuevo modelo sanitario.
 
DISPERSIÓN DE LA PROTESTA

  La respuesta que se observa no se corresponde con la envergadura del ataque. No obstante, en los últimos meses han crecido múltiples focos de protesta y movilizaciones que, muy probablemente, auguren una correlación de fuerzas diferente en los próximos meses. Sin embargo, para que esto tenga algún éxito, deberían darse algunas condiciones que todavía no han fraguado.
  Las fuerzas que más podrían hacer por agrupar a toda la izquierda que lucha por una sanidad pública de calidad son los sindicatos mayoritarios, pero éstos tendrían que reflexionar acerca de su retroceso y pérdida de legitimidad, tanto en el sector sanitario como entre la ciudadanía, para, conscientes de esto y de la posición que todavía tienen, abrirse a otros colectivos, que aunque más débiles y peor estructurados, no han dejado de “clamar en el desierto” contra la privatización de la sanidad.  
esperanza_inaugurando.jpgEn segundo lugar, están las fuerzas de la izquierda institucional, que a pesar de su incapacidad para oponer un programa sanitario diferente al modelo sanitario del PP madrileño, deberían tomarse en serio ser alternativa política a la ultramontana derecha en la Comunidad de Madrid. Y eso no se hace como hasta ahora, ya que lo único que han popularizado son algunos “parches” a la situación sanitaria, pero no han levantado un programa de gobierno alternativo con el que la ciudadanía les identifique. Por lo tanto, urge que se pongan a la labor y no se emponzoñen con Comisiones de Sanidad o Pactos Sanitarios que sólo sirven para perder el tiempo –y que lo gane el PP-, confundir y desviar la atención de las y los madrileños y no cumplir con su cometido de oposición política.
  En tercer lugar, uno de los colectivos más relevantes en los que se vertebra la ciudadanía son las asociaciones de vecinos, fuerza que, desde siempre, ha jugado un lugar destacado en la defensa de la sanidad pública, y que en los últimos meses ha encabezado diversas movilizaciones.
  En cuarto lugar, en la CM existen fuerzas de la izquierda radical reagrupadas en sindicatos alternativos, partidos de orientación anticapitalista y colectivos altermundialista que, a pesar de la falta de recursos, son muy activos en la lucha contra la privatización de los servicios públicos. Y no se puede olvidar que han sido los protagonistas de algunas movilizaciones contra la privatización de la sanidad. Sin embargo, también anida en ciertos sectores de este movimiento el sectarismo y un  oportunismo que han dificultado la necesaria relación con el resto de fuerzas, si lo que se pretende conseguir es la unidad plural tan necesaria para derrotar las políticas privatizadoras del PP madrileño.

PROPUESTAS BÁSICAS

  Actualmente la posición de parálisis que presentan los sindicatos mayoritarios, más allá de algunos actos, incide negativamente a la hora de organizar a los trabajadores madrileños en torno a la defensa de los servicios públicos. De igual forma, la falta de propuestas reales de los partidos de la izquierda institucional les resta credibilidad para ser una alternativa ante la ciudadanía. Esto ha creado un importante vacío sociopolítico en el que diversos colectivos luchan contra la privatización.
La mayoría de los colectivos que se mueven en este espacio, entre los que cabe destacar, por su importancia en la vertebración de los vecinos, la FRAVM, tratan de extender una alternativa para salvar la sanidad madrileña. Pero este movimiento por si sólo no es suficiente para dar la batalla y frenar las privatizaciones. Por lo que se hace necesario –si partidos y sindicatos mayoritarios quieren un modelo sanitario público– sumar en un gran bloque a todas las fuerzas a la izquierda del PP en torno a unas propuestas mínimas para recuperar y hacer viable el sistema sanitario público de la Comunidad de Madrid. Las propuestas deberían comprender:
  Un servicio sanitario público, universal, gratuito en el acceso, de gestión directa, basado en la promoción y prevención, orientado hacia una Atención Primaria integral y de calidad, asegurando la equidad en todas las prestaciones sanitarias.
Un incremento sustancial de la financiación sanitaria, más necesario en épocas de crisis económica por su efecto amortiguador de desigualdades, para evitar el estrangulamiento del propio sector público, como sucede en la Comunidad de Madrid.
Reintegrar a la red pública sanitaria todos los hospitales y centros sanitarios con fórmulas de gestión mercantil y concesiones de obra pública y administrativa.
  Una legislación que contemple la obligación de la participación ciudadana en la toma de decisiones a todos los niveles del dispositivo sanitario, así como el control directo como garantía de un servicio sanitario público y de calidad. hay