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Sor Maravillas, la primer “okupa” del Cerro de Los Ángeles

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La santa a la que reza Bono se apropió de 150 hectáreas que pertenecían al pueblo de Getafe


Rafael Gómez Parra

   Mucho se ha hablado de la Madre Maravillas, líder de las carmelitas que se opusieron a la reforma de la Iglesia que trató de imponer Juan XXIII y que luego echaría finalmente abajo el Papa Wojtyla, pero muy poco se han comentado dos sucesos de los que fue protagonista principal: la ocupación, en 1924, del Cerro de los sor_maravillas.jpgAngeles, un lugar público, que era propiedad del pueblo de Getafe, para fundar su primer convento, y las decenas de denuncias de padres de monjas –especialmente en la zona norte de Toledo- que la acusaron de haber secuestrado a sus hijas después de la Guerra Civil para hacerlas carmelitas. 
  Sor Maravillas se llevaba a las niñas al Convento con la excusa de darles enseñanza o de que iban a vivir mejor, y finalmente –según sus padres- las obligaba a “tomar el velo” al cumplir los 21 años, evitando así que las denuncias de sus parientes pudieran prosperar una vez cumplidas las jóvenes su mayoría de edad. Si eso lo hubiera hecho cualquier orden religiosa no católica se le hubiera llamado a eso “lavado de cerebro”.
  En 1919, el Rey Alfonso XIII, rodeado por la aristocracia más ultracatólica, inauguró en el Cerro de los Ángeles el Monumento al Sagrado Corazón de Jesús, una devoción que fue promovida por los sectores más derechistas de la sociedad católica española, entre los que se encontraba la familia Oriol, que presuntamente era propietaria de los terrenos del monte situado en el municipio de Getafe, al sur de Madrid, y al parecer, centro geográfico de la península, ocultando el hecho de que el Cerro siempre fue una zona comunitaria utilizada por todos los getafenses desde tiempos inmemoriales.
Estando la santa hermana Maravillas en el carmelo de El Escorial, en junio de 1923, comienza a recibir inspiraciones del Señor para que funde un carmelo en el Cerro de los Ángeles, cerca de Madrid, junto a Getafe. Estas llamadas – y la de los nobles ultra católicos- son insistentes, se producen en el coro, en la celda, en el refectorio, en todas partes. Según cuenta ella muchos años después, el Señor le pide «a gritos» esa fundación. Y hasta le escribe una carta en 1923 a la monja en la que le decía textualmente: “Aquí quiero que tú y esas otras almas escogidas de mi Corazón me hagáis una casa en que tenga mis delicias. Mi fusilamiento_sagrado_corazon.jpgCorazón necesita ser consolado y este Carmelo quiero que sea el bálsamo que cure las heridas que me abren los pecadores. España se salvará por la oración».
  En realidad, de lo que se trataba –como habrá descubierto el lector avezado- era que se consolidase la ocupación del Cerro de los Angeles y así hacer imposible la devolución de los terrenos comunales al pueblo de Getafe, para lo que hacia falta que la monja organizara allí un convento.
El plan celestial comenzó a fallar con el advenimiento de la República, pero la gota de agua que colmó el vaso de la paciencia de los republicanos fue el golpe de estado del general Franco. Sor Maravillas y sus monjas fueron expulsadas del convento, un grupo de milicianos fusiló al Sagrado Corazón y finalmente dinamitaron el monumento. 
  Sor Maravillas se fue a vivir a un piso de la calle de Claudio Coello, en Madrid, sin que nadie le hiciera nada y hasta inventó las procesiones de Semana Santa en torno a la mesa camilla, ejemplo que podían haber seguido los obispos en vez de sacarlas a pasear por las calles.
La tierra, en tiempos de la República, había vuelto a sus dueños, el pueblo de Getafe …hasta que ganó Franco. Sor Maravillas recuperó su convento, se volvió a levantar el Monumento y hasta se construyó una cripta enorme.
  Para completar la ocupación de las tierras, se erigió un Seminario y hasta el obispo de Getafe, Francisco José Pérez y Fernández Golfín –que encabezó la guerra contra el cardenal Enrique y Tarancón, durante los últimos años del franquismo y los primeros de la Transición-, se construyó allí su residencia particular para que las monjas le pudieran cuidar amorosamente. Murió una noche, desnudo en el baño, de un aneurisma de la aorta. La policía y el juez prefirieron omitir otros detalles que hubieran podido dar que hablar a los parroquianos.
  Golfín, antes de morir de esa manera tan extraña, se encargó de ir acotando el Cerro de los Ángeles para entrada_convento.jpgque los getafenses no pudieran disfrutar de lo que le iban dejando, colocando vallas y puertas de acceso –que se cierran por la noche con la excusa de que allí anda mucha puta suelta, que ejercen la prostitución en las laderas del cerro- que impiden el libre paso.
La tercera fase de la ocupación eclesial está, sin embargo, por llegar de la mano del nuevo obispo Joaquín María López de Andújar y Cánovas del Castillo –dicen las malas lenguas que fue de la ORT en su juventud- de la presidenta de la Comunidad, la ultra liberal Esperanza Aguirre, y el alcalde socialista de Getafe, Pedro Castro.
  El pacto a tres bandas incluye, primero, la legalización de la ocupación, dando facilidades a la Iglesia para que inscriba a su nombre los terrenos, 150 hectáreas, del Cerro, que eran comunales históricamente; segundo, firmando este mismo año, un convenio por valor de 1,6 millones de euros para rehabilitar el Cerro de los Ángeles, los edificios religiosos y también, como excusa, las zonas verdes; y tercero, el obispo cederá algún día los terrenos para que sirvan de parque al pueblo…, a cambio de terreno urbanizable en otros lugares del municipio. Es decir, que la Iglesia acabará cobrando por devolver el Cerro de los Ángeles.