El Otro País de este mundo

BIenvenidos a la página web de El Otro País

  • Incrementar el tamaño de la fuente
  • Tamaño de la fuente predeterminado
  • Decrementar el tamaño de la fuente

La teoría falsa o simplemente falseada

Correo Imprimir PDF

Manuel Ballestero
 
  El artículo de Juan Manuel Olarieta publicado en el anterior número de EL OTRO PAÍS, en sus interesantes iniciativas ideológicas, hace patente una tensión reflexiva que, desde el principio, apunta a más allá de sus propias posiciones. Ya el título  revela un concepto vacilante, inestable, porque  que a mi entender de adepto de Marx y de Engels, no se trata de “falsa teoría”, sino de teoría falseada -y no sólo por Ortega y otros muchos a su zaga-,  en cuanto a la naturaleza interna de las fuerzas productivas, como a la determinación histórica que de su movimiento y proceso ontológicamente se desprende.
En ambos casos se trata de problemas profundos que sólo en una consideración dialéctica de esas relaciones puede con precisión y fundadamente ponerse en claro. 
  lenin.jpgAl emplear el término “dialéctica”, tengo en mente el postfacio a la segunda edición alemana de El Capital, donde, con patente y  nítida  decisión, Marx   forja el concepto y, tras  indicar que su método es  opuesto al  deductivo y lógico de Hegel, escribe:”Soy discípulo de ese gran pensador “(dieses grosen Denkers). Remito a nuestro amigo Olarieta a la edición de Dietz, Berlin, 1953 y también a nuestro mucho más cercano Georg Lukacs y a su “Ontología del ser social”, aparecido hace algunos meses y de mi propia pluma, en Akal, básica de Bolsillo, Madrid, 2OO7.
    Tampoco el cuño dialéctico del pensamiento de Marx es cosa de hoy. Ya en 1922 el mismo Georg Lukacs, en “ Historia y conciencia de clase”, que obtuvo el aplauso de la comunidad intelectual europea  (Thomas Mann,  Adorno…) (cf. Lehstûcke Lukacs, Suhrkamp, 1974), el pensador húngaro escribió que “puntos centrales del método de Marx han caído en olvido” y que “el centro de ese método, la dialéctica , se ha vuelto difícil”.
Dicho esto con el fin de asentar firmemente, y frente  toda controversia, mi mención de lo dialéctico en Marx, y pasando por alto los innumerables pasajes que a esto se refieren, tanto en La crítica de la filosofia del derecho público, de Hegel (Marx Engels Werke, 1), como en la Sagrada Familia, El Capital, los Grundrisse, la Crítica del programa de Gotha; entro ahora en la clarificación , entre otras, del concepto mismo de “fuerzas productivas”. En éstas, como bien  aunque descolocadamente dice Olarieta , el hombre “sólo puede transformarse, transformando las cosas que le rodean”. Marx capta mucho más precisamente esta implicación del hombre en la transformación de su entorno natural cuando escribe “que el hombre no sólo transforma su entorno, sino que  “el trabajador, por su movimiento sobre la naturaleza exterior (ausser ihn), transforma al mismo tiempo su propia naturaleza y realiza en lo natural simultáneamente su propia finalidad”( Das Capital, I, 186, Dietz, 1953); Marx entiende el proceso de trabajo humano en tanto que “actividad finalizada” (zweckmâssige Tätigkeit),( ibid).Tal proceso productivo no puede entenderse según una concepción “positivista”, sino  que incluye dialécticamente la transformación y la ampliación de las “capacidades  del hombre” (Lukacs, Ontología, 20) o el despliegue  y el cumplimiento de la “interioridad “ humana.
El carácter dialéctico del proceso laboral arrumba, en tanto que ”materialista vulgar y fetichizada”, la noción positivista de las fuerzas productivas mismas, que algunos pretenden determinar solo tecnológicamente. 
  Ese fallo teórico garrafal es el  que manejan  autores de impronta “analítica”- Elster , y secuaces o seguidores más o menos enmascarados :  materialismo que no ha profundizado en la noción dialéctica de  “interacción” (Wechselwirkung), y que de nuevo Lukacs cumplidamente somete a crítica en la obra citada , dada a conocer en castellano en la edición de M.B., Akal ( pags. 56, 70 y 76, ) 
  En lo que respecta a la determinación histórica , el problema se trata amplia y también dialécticamente en la Ontología de Lukacs; éste en efecto da cuenta en forma exhaustiva, sometiendo a una consideración  profunda  las tesis de Engels en el Antidûhring y distanciándose de su criticado logicismo  (Ontología , 170 y ss)  y en análisis decisivos de la categoría dialéctica de la “interacción” (Cf, la todavía no aparecida , pero ya lista, “La falsa y auténtica Ontología de Hegel”).
  La reflexión interesante de Olarieta  está lastrada todavía por la ausencia de una fundamentación  dialéctica de los conceptos y de sus conexiones; por ello es necesario recoger  e integrar sus iniciativas  positivas, concediéndoles el fundamento ontológico dialéctico que Lukacs  a todo lo largo del trabajo de toda su vida de militante de comunista  ha sacado del olvido; esa carencia ha llevado a Olarieta  al título de su artículo, lleno de ambigüedad, por lo que le da un sentido y  también un desarrollo descolado, quiero decir sin siquiera tener en cuenta el núcleo  teórico y dialéctico en que se han forjado, en Marx, tales cuestiones.