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“Tenemos la obligación de perfeccionar nuestro modelo”

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 Raynier Pellón Azopardo, miembro del Centro de Investigación  de Política Internacional cubano 
En el marco de las actividades programadas por la Coordinadora Estatal de Solidaridad con Cuba (CESC) para el año 2011, visitó la ciudad de Granada, para participar en una conferencia-coloquio organizada por la Asociación de Amistad Granada-Cuba “Nicolás Guillén” y la Plataforma Simón Bolívar de Granada, el joven investigador cubano, Raynier Pellón Azopardo. A pesar de su juventud, una dilatada formación intelectual e investigadora, lo justifican como Master en Historia Contemporánea e investigador en el Centro de Investigación de Política Internacional. 

Carmen Morente Muñoz (Plataforma Simón Bolívar de Granada)

P- ¿Cómo te han ido las cosas hasta ahora en esta gira estatal para hablar de un tema tan interesante pero sin duda áspero?

R- Interesante y trascendente para entender la hipócrita postura europea en sus relaciones con la República de Cuba. En este, como en otros asuntos que abordan la realidad cubana, he sentido la fuerte presión de los medios de comunicación a la hora de forjar actitudes, sembrar incertidumbres y muchas falsedades. La pervivencia del bloqueo contra Cuba, que lejos de flexibilizarse se agudiza, debe ocupar el centro de las reflexiones, también para poder entender los intereses y dependencias que evidencia la llamada “Posición Común Europea” (PCE).
La otra cara de la moneda ha sido sentir el compromiso político, solidario y de lucha de las organizaciones que, al amparo de la CESC, han organizado los actos, dándome la posibilidad de contactar numerosos grupos de personas de todas las edades.

P- Durante estos días te hemos oído hablar en reiteradas ocasiones de “doble rasero” para calificar la política exterior de la UE.

R- Es una de sus características, pues a través de las resoluciones del Parlamento Europeo (PE), hegemonizado en la actualidad por las fuerzas conservadoras, se contribuye a estigmatizar a determinados países y a construir “casos”, tanto como a preservar a otros por defecto. Si bien las resoluciones del PE no tienen carácter vinculante, sí que tienen un valor político indiscutible al ser fruto de la decisión mayoritaria de las fuerzas allí representadas.
Su proyección exterior de “doble estándar”, es la expresión que nosotros utilizamos, ha sido permanente. Mientras se autocalifica como promotora por excelencia de los derechos humanos, la democracia y el multilateralismo, lucha contra el terrorismo, etc., nada dice de las cárceles secretas, de los vuelos de la CIA por el espacio europeo; silencia los derechos del pueblo palestino o saharaui, no condena el golpe militar en Honduras, que provocó tantas víctimas y depuso al presidente constitucional, Manuel Zelaya.
La UE se opuso a que la otrora Comisión de Derechos Humanos considerase siquiera los peligros de la guerra para el derecho a la vida de los niños y niñas iraquíes.
No ha condenado al Gobierno de los EE.UU. por las desapariciones forzadas, las torturas, las cárceles secretas y centros de detención donde no se reconoce el Derecho Internacional Humanitario ni la condición de seres humanos (Abu Ghraib, Bagram, Guantánamo). Nunca ha adoptado una posición común contra el represivo régimen israelí; el ataque a la “Flotilla de la Libertad” fue una vergüenza.
No ha adoptado una posición común o condicionamiento en sus relaciones con Marruecos debido a los graves problemas que la ocupación marroquí causa al pueblo saharaui. La acción de sus tropas contra el campamento de Gdeim Izik dejó un saldo de al menos 13 muertos y 60 heridos.
No ha condenado la injusta prisión que durante once años padecen los 5 héroes cubanos presos en cárceles de los EE.UU., mientras ese mismo gobierno protege a terroristas confesos como Posada Carriles, autor de la destrucción en pleno vuelo de un avión de Cubana de Aviación, con 73 personas a bordo, en 1976, y promotor de actos terroristas como la serie de bombas colocadas en La Habana en 1997, que causaron la muerte a un joven italiano.
La UE tiene un fuerte peso económico en el mundo. Baste con comentar que su PIB asciende a más de 9 billones de euros, que controla más del 35% del total del movimiento mundial de mercancías o que ocupa el 2º lugar como inversionista mundial.  Esta presencia económica se refleja por supuesto en relación a Cuba: entre los 10 primeros socios comerciales de la isla, cuatro son europeos y miembros de la UE.
Sin embargo este peso económico no se traduce en paralelos niveles de influencia política exterior. Para el caso de Cuba, su dependencia extrema de los intereses norteamericanos y sus aliados es evidente.

P- Esto parece una fuerte contradicción, ¿Cómo explicarla?

R- Desde mi punto de vista, la UE enfrentó una acelerada expansión sin haber establecido los soportes institucionales necesarios para amortiguar el choque económico, político, social y cultural que se derivaría de ella. Lo cual se expresa en la actual crisis institucional que atraviesa. En el tiempo, el inicial proyecto de constituir una Europa-potencia, capaz de “reequilibrar multilateralmente” los disímiles intereses imperialistas, caminó hacia una Europa-espacio, ampliada y poco compacta. Su capacidad de influencia es limitada, especialmente cuando los temas involucran de manera especial a los interesas de una contraparte como los Estados Unidos.
El bloque europeo asume en lo fundamental el papel de “socio útil” en una división del trabajo dirigida a afianzar la hegemonía de EE.UU, aunque puntualmente existan elementos de disenso que dificulten el diálogo bilateral. Su Política Exterior y de Seguridad Común (PESC) intenta orientarse a delimitar unas prioridades propias pero siempre en el marco de una estrecha colaboración con la OTAN.
La UE no es otra cosa que el proyecto del gran capital, ejerciendo las grandes transnacionales el poder real por encima de los gobiernos e incluso de los intereses nacionales. De aquí el papel desigual desempeñado por los diferentes Estados miembros en la promoción de una determinada política exterior.

P- Si te parece, entramos de lleno en el tema de las relaciones UE-Cuba…

R- En relación a este tema concreto, hay que recordar que Cuba y la UE formalizaron sus relaciones en septiembre de 1988. Pero particularmente a partir de la caída del muro de Berlín, los vínculos con Cuba se ven perturbados por exigencias políticas de una “transición” similar a la esteuropea. Desde entonces, el componente ideológico y político ha desempañado el papel fundamental en la proyección de la UE hacia Cuba. Desde finales de los años 80, EE.UU. puso en práctica una estrategia de condena a Cuba en los organismos internacionales, fortaleciendo el agresivo bloqueo económico, financiero y comercial que por más de cinco décadas desarrolla el gobierno imperialista de los EE.UU.
 Recordemos que la Ley Torricelli es de 1992 y la Helms-Burton, de 1996. Analizando la política de los EE.UU., podremos comprobar cómo ésta envuelve con su sombra la política de la UE en relación a Cuba. Los condicionamientos políticos, jamás aceptados por Cuba, han constituido una constante en las relaciones. Cuba jamás los ha aceptado por su carácter injerencista.
En 1996, la tensión llegó a un punto álgido. Suspendiéndose el proceso de negociación en el primer trimestre del año. El derribo por la fuerza aérea cubana de dos aviones de la organización “Hermanos al Rescate”, que habían violado nuestro espacio aéreo; la aprobación de la Ley Helms-Burton, así como el cambio de Gobierno en España, pusieron de manifiesto las debilidades estructurales de la UE y la ambigüedad y fragilidad presentes en su política hacia Cuba.
En este marco se define la “Posición Común” de la UE en relación a Cuba. Dicha política está basada en el “catálogo de medidas” presentado por el enviado especial de los EE.UU., Stuart Eisenstadt y promovida por José María Aznar dentro del Consejo Europeo. Dejó expresado por escrito los términos de un condicionamiento netamente político y marcadamente injerencista. En 1997, la Unión Europea firmó un entendimiento con Estados Unidos sobre la Ley Helms-Burton, plegándose finalmente a los fines de esa política, subvertir el orden sociopolítico existente en nuestro país. 
La UE pretende ignorar que en Cuba existe un sistema democrático, legítimamente escogido de forma libre y soberana por su pueblo y se pretende condicionar un avance en las relaciones con Cuba a un cambio de su sistema política y social.

P- ¿Hay que entender, por tanto, que la “Posición Común”, marca una nueva etapa en las relaciones UE-Cuba?
 
R- Definitivamente, sí. Desde entonces, las relaciones bilaterales se caracterizaron  por un persistente deterioro, con momentos de agudas tensiones. Factores como el ascenso a la Presidencia de los EE.UU. de George W. Bush (2000) y el ingreso a la UE de diez nuevos miembros del Este europeo (2004 y 2007), contribuyeron a una mayor endurecimiento de las posiciones del bloque hacia Cuba.
La Comisión Europea decidió posponer indefinidamente la consideración de la solicitud de Cuba para ingresar al Convenio de Cotonou, ante lo cual Cuba decidió retirar dicha solicitud. 
La suspensión de la cooperación con la UE y sus Estados miembros, unido al bajo perfil de las relaciones diplomáticas con los gobiernos de la UE que se sumaron a la política de invitaciones a la llamada disidencia, dio una clara señal desde Cuba de que se había cometido un error de cálculo sobre las posibilidades de las sanciones y de una política basada en la presión.
Con la victoria del PSOE en 2004, el Gobierno de Madrid abandona la alianza incondicional con los EE.UU, que había constituido el núcleo de la proyección exterior del Partido Popular. Se intenta rectificar la proyección bilateral hacia Cuba y a trasladar a la UE la consideración sobre la ineficiencia de las sanciones de 2003 y la necesidad de un diálogo político. En 2007 se restableció la cooperación entre España y Cuba y se acordó la celebración de un diálogo político bilateral. La visita del canciller Moratinos a Cuba, en abril de 2007, planteó una nueva dinámica en las relaciones bilaterales en distintas instancias de la UE.
Todo el proceso estuvo rodeado de fuertes presiones norteamericanas. Recorridos por Europa de los representantes del Departamento de Estado Norteamericano; intercambios con las cancillerías de importantes países miembros y acciones directas desde Bruselas.
El desgate y la perspectiva de un cambio en Washington condicionaron dicho proceso. Aunque no se abandonan las posiciones injerencistas, el Consejo de Ministros de la UE, introduce además de la eliminación de las sanciones la oferta de iniciar un diálogo político. Ya estamos en el año 2008.

P- ¿Cuál fue la respuesta de Cuba ante esa oferta?

R- Cuba reacciona aceptando el diálogo. Sobre bases recíprocas, sin condicionamientos. Con pleno respeto a la igualdad soberana de los Estados y el marco jurídico y el ordenamiento institucional de las partes, así como en total apego al principio de la no injerencia en los asuntos internos de los Estados.
En junio de 2010 se habían celebrado cuatro encuentros a nivel ministerial entre Cuba y la troica de la UE y un encuentro sobre cooperación con misiones técnicas de la Comisión Europea, dentro de Cuba.
En este contexto, se reanuda la cooperación bilateral con diferentes Estados miembros. A Bélgica, que nunca suspendió dicha cooperación, se suman España, Austria, Chipre, Italia, Portugal y Francia, con perspectivas de ampliación.
Pero, contradictoriamente, sigue sin suprimirse la “Posición Común”. De aquí las incertidumbres sobre el futuro, ya que estamos hablando de unas relaciones no regidas aún por acuerdo alguno, bilateral o multilateral; por lo cual, las relaciones  pueden ser víctimas de los avatares de cualquier coyuntura.

P- En cualquier caso, ¿podemos hablar de un fracaso de la PCE?

R- Sin duda. En primer lugar, porque Cuba ha demostrado, una vez más, que las presiones injerencistas no tienen la menor posibilidad de quebrantar los ideales de independencia y libertad del pueblo cubano.
Cuba ha logrado su inserción regional y global sin hacer concesiones de principios en materia política y económica. La mayoría, casi absoluta, de las naciones presentes en la Asamblea General de las NN.UU., han condenado, año tras año, el bloqueo norteamericano.
En la actualidad Cuba tiene relaciones diplomáticas con 182 de los 192 miembros de las NN.UU.; tiene presencia diplomática directa en 116 países, con 120 Embajadas y 22 Consulados Generales. 103 Embajadas extranjeras están acreditadas y presentes en La Habana.
El país ha avanzado mucho en sus relaciones con bloques comerciales como el CARICOM, el MERCOSUR, se ha incorporado como miembro pleno a la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI) y al Grupo de Río, en el año 2008. Es fundador de la Asociación de Estados del Caribe y de la Alianza Bolivariana para los pueblos de nuestra América (ALBA); y mantiene un nivel satisfactorio de relaciones económicas y comerciales con China y Vietnam.
Ha jugado un papel destacado dentro del Movimiento de los Países No Alineados (MNOAL), que agrupa a 118 países del Sur, presidiendo dicho movimiento en dos ocasiones (1979 y 2006).
Otro tipo de realidades expresan la inserción de Cuba en el mundo y el respeto merecido ante la comunidad internacional.
Ante la fuerte campaña mediática que ha sido orquestada contra Cuba debido a supuestas violaciones de los DD.HH., cobra especial significación el hecho de haber sido elegida en el Consejo de Derechos Humanos de NN.UU., vicepresidenta del principal órgano en la promoción y la protección de los derechos humanos para el período 2010-2011. Esta elección constituye una rotunda respuesta de la comunidad internacional a la brutal campaña político-mediática anticubana, reforzada en los últimos meses.
Cuba continúa brindando su cooperación por todo el mundo. En estos momentos tiene más de 34.000 médicos salvando vidas en decenas de países, ha brindado a sus maestros y ofrecido su activa colaboración para que numerosos países superen la lacra del analfabetismo, a través del método “Yo sí puedo”. A través de la “Misión Milagro”, se han operado a cerca de 1.500.000 personas, que han podido recuperar la visión.  La Brigada Médica Cubana ha tratado efectivamente hasta el 40% de todas las víctimas del cólera en Haití, logrando reducir el número de muertes a menos del 1%... Ha sido reconocida recientemente por la UNICEF, ¡como el único país de la América Latina y el Caribe que ha eliminado la desnutrición infantil!

P- Por último, ¿cómo pueden evolucionar las relaciones entre la UE y Cuba?

R- Pueden contemplarse varios escenarios. Desde el más positivo y deseable, que pasaría por la sustitución de la PC por un marco bilateral de relaciones bajo la forma de un acuerdo; pasando por el mantenimiento del statu quo, hasta el más negativo, o sea, un nuevo impasse u otra confrontación.
Es de esperar que el grupo del Partido Popular Europeo y representantes de otros grupos continúen con su fuerte activismo anticubano, dirigido a entorpecer o frenar cualquier posibilidad de normalización. La utilización de la política interna cubana como coartada para subvertir tendencias favorables en las relaciones UE-Cuba seguirá.
También es de esperar que la profundización en la convergencia UE-EE.UU. se mantenga; de aquí que la política exterior del bloque en general y en particular hacia Cuba se verá condicionada. Es decir, más de lo mismo, aunque esa política de fuerza, como la Ley Helms-Burton o la PCE hayan demostrado su inoperancia para quebrantar los ideales de independencia y libertad del pueblo cubano.
A estas alturas de la historia, Cuba se ha ganado la potestad, reconocida por el Derecho Internacional, a determinarse por sí misma, con plena soberanía, sin injerencias ni intromisión extranjera.
Hemos logrado una mortalidad infantil, una esperanza de vida, una atención a los discapacitados y unos niveles de educación sólo comparables, y en ocasiones superior, a países del primer mundo, lo cual desvirtúa la campaña de satanización que polos de poder conducen para legitimar posiciones injerencistas.
Desde Cuba, sin atender a injerencias o presiones externas, organizaciones políticas y de masas, pueblo en general, tenemos la obligación de perfeccionar nuestro modelo. Conscientes de la necesidad de cambiar todo aquello que deba ser cambiado, pero también decididos a salvaguardar nuestra soberanía y nuestras conquistas sociales, por las cuales el pueblo de Cuba ha demostrado estar dispuesto a entregar su propia vida.