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Ferrer i Guardia y la escuela moderna

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   • Francisco Ferrer i Guardia (1859-1909) no fue el primero en preocuparse por la problemática de la educación proletaria. Los sucesivos gobiernos decimonónicos apenas se ocuparon por la educación básica de las masas en una España agraria y semifeudal. El lema era la conocida sentencia de Bravo Murillo:”España no necesita hombres que supieran, sino bueyes que trabajen”. Explícita y gráfica frase del político absolutista.

Jon Odriozola

  Los cabetianos fueron, posiblemente, los primers en abrir una escuela en España para obreros al margen de la Iglesia, del Estado y de los municipios, en la que los Monturiol (inventor del “Ictíneo”,prototipo de submarino), Suñer y Capdevila y Abdón Terradas propagaban sus ideas.
 La enseñanza debería abarcar tres fuentes: el intelectual, el gimnástico a base de ejercicios militares (el famoso Barón de Coubertin, aunque por motivos opuestos, comulgaba con esta idea) y el tecnológico. Los primeros dirigentes obreros españoles comprendieron la importancia que la educación tiene en la lucha de clases. La enseñanza integral fue una constante en los primeros Congresos de la Asociación Internacional de Trabajadores. Todavía en tiempos de Ferrer pervive el término de enseñanza integral al lado de enseñanza racionalista, que será el que, poco a poco, predomine en los medios anarquistas. Los socialistas, por su parte, hacen suyas las mismas reivindicaciones de los anarquistas en materia de enseñanza, añadiéndole el adjetivo de “laica”.Ahora bien, así sea que los términos son prácticamente sinónimos, conviene señalar que todas las escuelas ácratas eran laicas, pero no todas las escuelas laicas eran anarquistas.

REVOLUCIÓN Y REEDUCACIÓN

  Bakunin creyó que lo primero que había que hacer era llevar a cabo la revolución y después ya habría tiempo para la reeducación del pueblo. Para hacer esto era necesario destruir el Estado, la Religión y el Capital y sustituirlos por la Anarquía, el Ateísmo y el Colectivismo. Kropotkin, a partir de 1880, cambió el orden de prioridades; ninguna revolución social podría triunfar si no era precedida por una revolución en las mentes, algo que debía hacerse a través de las escuelas.
  Los elevados índices de analfabetismo en España y la insuficiencia de escuelas estatales favoreció el desarrollo de las escuelas privadas (sin la connotación actual) de todo tipo: laicas,”internacionales” o ácratas, masónicas (como lo era Ferrer en sus comienzos), librepensadoras…Pero no hay que confundir la enseñanza laica con la enseñanza impartida a los obreros (siempre en clases nocturnas),sea o no ésta anarquizante. Todas estas instituciones coinciden en su enemiga contra la Iglesia, pero no todas mantienen la misma hostilidad frente al Estado.
 ferrer_i_guardia.jpg Dejando de lado el Concordato de 1851 que establecía la instrucción bajo la férrea ortodoxia católica y el turnismo político durante la Restauración, digamos que la actitud de la gente hacia la figura del maestro (de escuela) no era más exigente que respecto al local destinado a la enseñanza. Cualquier pobre diablo podía dedicarse al oficio (¿) de maestro. Sus condiciones económicas no eran muy diferentes de las de cualquier obrero no especializado. Nadie daba la importancia que hoy nadie discute a la escuela.
  Lo común a todo tipo de escuelas laicas “privadas” era su profundo anticlericalismo, la desacralización de la sociedad: matrimonios y cementerios civiles, separación de la Iglesia y el Estado, libertad de conciencia, de opinión y expresión, algo típico del liberalismo burgués. Las diferencias o matices estaban más en las declaraciones de principios de sus animadores o directores que en el tipo de instrucción que impartían. Las distintas orientaciones ideológicas dependían de sus sostenedores: masones, espiritistas, anarquistas, socialistas…Por lo demás, las escuelas laicas, en general, tenían tan escaso nivel pedagógico como las que no lo eran. En todas las escuelas españolas seguía vigente, esto sí, el viejo principio de “la letra con sangre entra” que, además, no estaba mal visto por los padres y sí, más bien, al contrario.

EL PROYECTO DE LA ESCUELA MODERNA
  El primer centro pedagógico organizado según la ideología anarquista fue dirigido por Paul Robin, profesor conocido en los círculos de la Primera Internacional. En Suiza conocerá a Bakunin por el que tomará partido en la disputa con Marx (a quien también conoció en Londres procurándole, por cierto, empleo como profesor de griego para su subsistencia el de Tréveris o Trier).
   La educación intelectual, la educación física con fines militares –como ya hemos indicado- y la educación técnica a base de trabajos productivos que familiaricen al alumno con el mundo de la producción son los principios esenciales del pensamiento y de la organización de Cempuis (donde, en 1880,fue nombrado director).Las clases se daban al aire libre ,en el jardín o en el campo cuando esto era posible; existía una verdadera obsesión por la higiene y la limpieza, imprescindible en una época en que las escuelas de casi toda Europa eran focos de contagio de toda clase de enfermedades infantiles; la educación física era constante y esmerada ,aunque dura (natación obligatoria, ejercicios en paralelas, barra fija, cuerdas de nudos, trapecio, etc.),ejercicios de bomberos y de tiro real con revólver, carabina y fusil. Los trabajos manuales eran obligatorios y ya a los doce años niños y niñas recorrían la amplia gama de talleres de distintos oficios antes de escoger uno definitivo que les gustara.

EL ESTADO COMO OBSTÁCULO

  Robin fue destituido en 1894 acusado de maltusiano y de antipatriota. Creía Robin en la urgencia de reunir un congreso “de sabios, de filósofos, de bienhechores de la humanidad para autorizar a los médicos especialistas la esterilización, mediante operaciones quirúrgicas, a los degenerados o enfermos para que no puedan propagar su triste especie”. La eugenesia, por entonces, estaba en boga. De la acusación de antipatriota se defiende Robin alegando que el mejor ejército nacional, no es el profesional, sino el formado por el pueblo armado.
No es posible negar que Ferrer conociese el pensamiento robiniano y su creación de Cempuis. La enseñanza integral no fue importada a España (a Csemana_tragica.jpgataluña más bien) por Ferrer, ya era conocida en los medios anarquistas. Influencias robinianas en Ferrer son, por ejemplo, la importancia concedida al positivismo científico en el campo educativo, la coeducación, la higiene, los conceptos de educación “racional y científica”,etc.
  Como buen anarquista, Ferrer considera al Estado como el gran obstáculo que impide la completa emancipación del pueblo. No se llama a engaño Ferrer y advierte que si los Estados comienzan a preocuparse por la educación es porque “necesitan individuos, obreros, instrumentos de trabajo más perfeccionado para que fructifiquen las empresas industriales y los capitales a ellas dedicados”.La escuela ,para él, puede acelerar o retardar el cambio social pero no puede convertirse en protagonista principal del mismo.
  En los escritos de Ferrer se advierte una gran influencia del Iluminismo. La “luz” viene a ser sinónimo de verdad, de razón, de conocimiento probado y demostrado que disipa los prejuicios y las supersticiones. Una suerte de “naturalismo pedagógico” roussoniano. Para Ferrer, el “racionalismo humanitario” (que es equivalente a científico) consiste, sobre todo, en no enseñar religión alguna en la escuela. Abarca algunos principios más: la coeducación de sexos y de clases sociales, la preocupación por la higiene escolar, la abolición de exámenes, premios y castigos…
Ferrer reconoce que la coeducación de sexos no era nueva en España. Existían miles de escuelas llamadas “unitarias” (hoy diríamos mixtas) diseminadas por pueblos y aldeas en las que el único maestro –un amateur contratado por el municipio, el cura o el sacristán- enseñaba a niños y niñas el catecismo. Pero en las ciudades más importantes y populosas no existía la coeducación. Ni siquiera en los centros de la Institución Libre de Enseñanza ginerinos (de Giner de los Ríos), más elitistas y burgueses.
  Con la coeducación de clases sociales intenta Ferrer anticipar, de alguna manera, el futuro de la humanidad en que todos los hombres serán iguales. Lo hace de manera idealista –pero convencido-, como si, del hecho de recibir las mismas instrucciones y de tener los mismos maestros, desaparecieran las enormes diferencias que los niños de diferente extracción social presentan antes de pisar los umbrales de la escuela. Sobre la higiene ya hemos apuntado algo. La inspección médica en las escuelas había comenzado muy a finales del siglo XIX. En cuanto a la abolición de exámenes, premios y castigos, Ferrer no hizo sino aceptar los argumentos esgrimidos por los pedagogos de su tiempo.

HETROGÉNEO CONGLOMERADO IDEOLÓGICO
  En resumen, el credo pedagógico de Ferrer era un heterogéneo conglomerado de ideas tomadas del naturalismo, del positivismo, del iluminismo, del anarquismo y de lasa corrientes pedagógicas de su tiempo. En realidad, Ferrer no “construyó” un sistema doctrinal y muy pocas de sus ideas pueden considerarse, en rigor, originales. También ofreció paradojas que pueden verse como anécdotas, sí, pero significativas, al menos diacrónicamente hablando. Prohibió que en la Escuela Moderna los niños usasen alpargatas, el calzado normal de las clases artesanales. O vetar que se enseñara en catalán –la lengua materna de los alumnos y la suya propia- porque pensaba que eso empequeñecía a la humanidad y el mundo. Su idea era cosmopolita:”antes que el catalán, cien veces el esperanto”, dijo.
  Para concluir, digamos que la Escuela Moderna fue clausurada al mes siguiente del regicidio frustrado (en mayo de 1906) de Mateo Morral contra Alfonso XIII el día de su boda en la madrileña Calle Mayor. Morral, nacido en Sabadell en 1880 y joven muy instruido, era bibliotecario de la institución dirigida por Ferrer. Se detuvo a éste por creerle implicado en el atentado. Sólo le apoyó Lerroux y cierta prensa internacional además, por supuesto, del movimiento anarquista. El 12 de junio de 1907 el Tribunal le absolvía, pero la atmósfera se hizo irrespirable para él. Se marchó de Cataluña. Tras el atentado de Morral cundió el pánico y el sálvese quien pueda. Cuando ocurrieron los sucesos de la llamada Semana Trágica, Lerroux se sumó a las acusaciones contra Ferrer –a quien tres años antes defendió- como instigador y responsable de los hechos (tampoco a Unamuno le caía bien Ferrer; a Baroja,sí). Lerroux, viendo que la situación se le escapaba de las manos, desvió la furia reconcentrada de las masas hacia el anticlericalismo para salvar las propiedades de su amo: la burguesía comercial e industrial.
  “Todo el mundo lo sabe; el crimen de Ferrer consiste en haber fundado escuelas. Si le condenan, será por esto” (Anatole France). El 13 de octubre de 1909 caía fusilado Ferrer –y cuatro más- ante el pelotón de ejecución en los fosos de la fortaleza de Montjuich al grito de “¡Viva la Escuela Moderna!”