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LA GRAN IMPUNIDAD DE ESPERANZA AGUIRRE

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La gran impunidad Teresa Galeote


  Impunidad; esa es la palabra más apropiada para mencionar el estado que se ha instaurado en la Comunidad de Madrid y, por influjo directo, en Alcalá de Henares.

 

  La Constitución de 1978 establece que el Estado español no tendrá carácter confesional. También garantiza la libertad de pensamiento, la igualdad entre hombres y mujeres y otros aspectos que deshacen la confesionalidad religiosa que el Estado mantuvo desde 1939 hasta 1977. Pero el gobierno que preside doña Esperanza en la Comunidad de Madrid y el gobierno que preside don Bartolomé en Alcalá de Henares se acogen a las palabras del Conde de Romanones: “Hagan ustedes las Leyes y déjenme a mí los reglamentos”.

  La cesión de tierras públicas a un colegio privado religioso forma parte del gran objetivo de la Presidenta de la Comunidad de Madrid: la privatización y confesionalidad de la Enseñanza Pública. Pero eso no sería posible si la Presidenta madrileña no contase con la colaboración de algunos gobiernos locales. No es ningún secreto que el gobierno de la Comunidad de Madrid dedica cada vez menos dinero a la Sanidad y a la Enseñanza Pública, que aumentan los centros sanitarios y educativos privados, aunque se les llamen concertados. Pero, una vez más, en Alcalá de Henares se intenta rizar el rizo. El Alcalde de Alcalá, fiel seguidor de las tesis de doña Esperanza, colabora plenamente.

  Estamos en un Estado Aconfesional y existe el Derecho a la Educación, una educación que debe ser pública y aconfesional. Eso no quiere decir que se niegue el derecho que tienen católicos, musulmanes, judíos y cuantas religiones haya en nuestro suelo patrio, de ejercer sus ritos religiosos. Pero la religión forma parte de lo íntimo y debe ejercerse fuera de las aulas escolares; existen lugares de culto para dicho fin. Estado e Iglesia son dos ámbitos de actuación bien diferenciados.

  La Comunidad de Madrid hace dejadez de sus obligaciones entregando la gestión de los colegios y de los hospitales que necesita la Comunidad de Madrid a otros actores. Cede suelo público para hacer servicios privados, creando una red descentralizada de la Administración; una red en la que sólo interviene para pagar a los gestores privados. Al gobierno de doña Esperanza y a sus acólitos, el significado de las palabras le resbalan y las obligaciones también.

TERRENO PÚBLICO PARA LA SEGREGACIÓN ESCOLAR

  El terreno concedido al OPUS es público y está valorado en 15 millones de euros. ¿Quién le ha trasferido al gobierno del PP esa donación, para que a su vez se la otorgue a la orden religiosa, a través de la Fundación Tajamar? La Impunidad; esa señora que se pavonea por salones y despachos para reírse de la ciudadanía. Pero la impunidad necesita cómplices; ya se sabe;”hoy por ti, mañana por mí”.

  La cesión de esta parcela es una prueba más de que el gobierno de la comunidad madrileña y el gobierno local de Alcalá de Henares marchan al unísono. El Alcalde es agradecido; si no le salió bien a doña Esperanza el objetivo de plantar en Alcalá de Henares una Incineradora, por el sistema de Plasma, ahora nos lanza otra provocación; un colegio privado religioso y para más señas del OPUS. Orden religiosa que tiene entre sus postulados la segregación del alumnado, los símbolos religiosos y otras cuestiones. O sea, todo lo contrario que un Estado Aconfesional debe ofrecer a la comunidad escolar.

  Por supuesto que hacen falta colegios; Alcalá no deja de crecer; se han recalificado terrenos: antes industriales, a residenciales. Otra cosa son los servicios; éstos siempre llegan tarde. En esta ocasión, un servicio fundamental como la educación llega tarde, privatizado y confesional; ¿hay quien de más? Son momentos de urgencia y, ya se sabe que, “...a río revuelto ganancias de pescadores”. Aquí, los pescadores ya sabemos quienes son.

  Los gobiernos, tanto estatales, autonómicos y locales, son los primeros obligados a cumplir los derechos reconocidos en la Constitución. Sabemos que estas premisas constitucionales no encajan de forma alguna dentro de los centros escolares del OPUS, pero ahí está la Impunidad; ella ampara a determinados señores y señoras.

  Y es que el Tamayazo se deja notar en cada actuación de la administración madrileña; dio y sigue dando para mucho. A las pruebas me remito. Pero aquí no pasa nada. “El pasado pesa más que una losa”; ya lo dijo Descartes, y aquí pesa mucho más, por aquello de lo establecido por siglos de monarquías católicas y por muchos años de nacional-catolicismo franquista.

  Esa España que versaba Machado, la que hiela el corazón sigue pletórica arengando emociones. No se puede hablar de involución de la Iglesia Católica, porque en ningún caso se ha producido una evolución, sino un continuismo. La jerarquía de la Iglesia Católica, antes y ahora, no admite otra moral que la suya. Niega la evidencia, la ciencia y cuanto pensamiento se salga de sus directrices. Fueron capaces de negar a Galileo cuando constató, con sus potentes telescopios, la teoría que había lanzado Copérnico; La tierra no era el centro del Universo. Las sotanas siguen sonando; entonan cantos inquisitoriales, cantan loas al miedo, juegan con el sentimiento religioso de los creyentes y, además, cuentan con el apoyo condicional del Partido Popular...”Hoy por ti, mañana por mí”.

  Se cometen desbarajustes, tras desbarajustes; despotismos amparados por una Impunidad que creíamos decimonónica. Qué buen maridaje.