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EVA Y QUINTÍN

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EVA Y QUINTÍN Carlo Frabetti

   Han pasado dos años desde la muerte de Eva Forest y dos meses desde la de Quintín Cabrera, dos pérdidas irreparables no sólo para quienes tuvimos el privilegio de conocerlos, sino también para nuestra cultura más viva y, sobre todo, para la lucha contra la barbarie capitalista.

   quintin_cabrera.jpgConocí a Quintín hace treinta años, en la Barcelona de nuestro común exilio voluntario, y a Eva bastante después; pero a ambos los traté sobre todo en los últimos años y en los mismos frentes, en las mismas trincheras políticas y morales: Cuba, Venezuela, Euskal Herria, Irak... Y también los conocí y reconocí siempre en la misma actitud irreductible, insobornable. Pocos cantautores mostraron, tras la farsa de la “transición”, la integridad de Quintín, y pocos pagaron tan cara como él su tenaz negativa a dejarse comprar, sobornar o moderar. Y nadie como Eva -escritora, editora, activista infatigable- encarnó la función, tan necesaria y tan escasa, de la intelectualidad comprometida; nadie a excepción de Alfonso Sastre, con quien Eva formó (y sigue formando, pues su legado sigue vivo) el más sólido equipo de nuestra inteligencia crítica, de nuestra cultura batalladora.

    Quintín murió antes de que pudiéramos finalizar el proyecto de un disco en común; pero sí logramos terminar algunas canciones, entre ellas una dedicada a Eva Forest (Eva Floresta, como la llamábamos a veces); una canción que también dice mucho del propio Quintín, y cuya letra transcribo como pequeño homenaje a ambos ausentes. Tan presentes.


Cultivaste un jardín de pensamientos

y palabras y acciones luminosas

con la fuerza constante de los vientos

y la efímera gracia de las rosas.

No pudieron contigo los verdugos,

no pudieron contigo los traidores,

que no pueden las rejas ni los yugos

uncir los vientos ni cerrar las flores.

Eva Floresta, madre y jardinera,

Eva Rosa y Violeta y Pasionaria,

Eva maestra y Eva compañera,

Eva apacible y revolucionaria.

No hubo lucha que no la hicieras tuya

si era por la mujer y por el hombre.

No hay amo ni lacayo que no huya

avergonzado al escuchar tu nombre.

No hubo revolución o resistencia

que no la defendieras con tu vida

y que hoy no sienta viva tu presencia.

No hubo causa que dieras por perdida.

Eva de Catalunya, Eva cubana,

Eva de Iraq, Eva de Euskal Herria,

Eva irlandesa, Eva venezolana,

Eva de todos, nuestra, tuya y mía

No pudieron contigo ni penurias

ni afrentas ni calumnias ni rumores,

y solo quedará de las injurias

el deshonor de tus injuriadores.

Porque son tan fecundas tus heridas,

tu voz en tantas voces se convierte,

tu vida se prolonga en tantas vidas,

que no puede contigo ni la muerte.