El pasado 21 de marzo murió súbitamente en la cárcel alicantina de Fontcalent, el militante de los GRAPO José Ortín Martínez, en el transcurso de una visita familiar. Ortín había nacido en septiembre de 1945 en el madrileño barrio de Ventas, en el seno de una familia numerosa. A los 14 años comenzó a trabajar de electricista en la empresa ARBA. Posteriormente trabajó durante varios años en la fábrica de componentes eléctricos DEMAG.
Los
años 68-69 fueron decisivos para la vida política de
José Ortín. Son los años en que su conciencia de
clase le llevan a rechazar las concepciones promovidas por el
eurocomunismo y buscar otro camino en la militancia comunista. Hacia
1970 se incorporó a la Organización Marxista-Leninista
de España(OMLE). Tras la celebración, en junio de 1975,
del Congreso que dio lugar al nacimiento del PCE (R), Ortín se
ocupó siempre de tareas de organización, primero desde
el Comité Local de Madrid y posteriormente desde el Comité
Central.
Detenido y torturado salvajemente en 1978, pasó pos las cárceles de Carabanchel, Zamora, Puerto de Santa María y Herrera de la Mancha, donde participó en la larga huelga de hambre en la que perdió la vida el militante del PCE (R) Crespo Galende y tras la cual todos los militantes del PCE (R) y los GRAPO fueron trasladados a la cárcel de Soria. De esta prisión salió en libertad en 1989.
Ya en libertad se reincorporó a las tareas de organización de su partido. Al principio, de manera más o menos abierta, hasta que, acosado día y noche, por elementos policiales se vio forzado a pasar a la clandestinidad. Participó, ya en la clandestinidad, en el III Congreso del PCE (R), en junio de 1994, en calidad de miembro de su comité central. Más tarde, a finales de 1995, fue nuevamente detenido, acusado de pertenencia a los GRAPO y encarcelado en Meco, Valdemoro y, finalmente, en Fontcalent.
La biografía de un militante comunista que, como Ortín, ha pasado la mayor parte de su vida en la cárcel o en la clandestinidad, se puede resumir en unas pocas líneas. A esas pocas líneas se podrían añadir muchas más en las que se relataran esos mil y un detalles que dan fe de una vida entregada por completo a la causa del proletariado. Se podría hablar de la febril actividad que José desplegó durante los últimos años del franquismo, cuando, madrugada tras madrugada, regaba literalmente las puertas de las fábricas del cinturón rojo de Madrid con octavillas de carácter antifascista.
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