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Telefónica, un INEM de lujo para los políticos

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Alfredo Grimaldos

  Me tengo que hacer rico…, tengo que ganar mucho dinero, me hace falta mucho dinero para vivir”, decía Eduardo Zaplana en 1990, durante una de las conversaciones telefónicas que fueron grabadas  por orden judicial e incluidas en el sumario del llamado Caso Naseiro. La investigación dejaba al descubierto una trama de financiación ilegal del PP. Zaplana, con 33 años, aún no había disfrutado de ningún cargo relevante y empezaba entonces a tomar posiciones en el partido derechista, refundado bajo la batuta de Aznar.
 telefonica_1.jpg  El recién nombrado “embajador” de Telefónica en Europa se ha mantenido siempre fiel a aquella elocuente declaración de intenciones, que constituye la base de su ideario político: todas las actuaciones del ex ministro de Trabajo han estado animadas por la búsqueda del enriquecimiento personal. Junto a los personajes subalternos de su entorno más fiel, ha constituido un pozo negro sin fondo en el que se han sumergido ingentes cantidades de dinero público. En el Ayuntamiento de Benidorm, en Terra Mítica o como consecuencia de sobredimensionadas adjudicaciones de contratas a amiguetes desde el Ministerio de Trabajo. Varios de sus más estrechos colaboradores están procesados por estos trajines continuados, pero Zaplana ha conseguido que, hasta ahora, las tímidas intervenciones judiciales contra el entramado que él encabeza sólo lleguen hasta su cordón de seguridad. Ya se sabe que la Justicia está para perseguir a los pobres y los insumisos. Ni los banqueros, ni los políticos corruptos, ni los amigos del Rey acaban entre rejas.
   Cuando vino a Madrid, en 2002, para incorporarse al Gobierno de Aznar, Zaplana, con su característico estilo de nuevo rico, adquirió un piso de más de 500 metros cuadrados en el Paseo de la Castellana. El recibo mensual de la hipoteca era superior a sus ingresos como ministro, pero la política institucional permite reeditar a diario, con toda desfachatez, el milagro de los panes y los peces. Ahora, como gran ejecutivo de Telefónica, podrá llegar más holgadito a fin de mes y sin que se sospeche tanto de sus insólitas cuentas.
   La antigua empresa pública se ha convertido en un INEM de lujo para políticos en excedencia. Y no hay que olvidar que Zaplana fue ministro de Trabajo y Asuntos Sociales. Qué mejor asunto que adjudicarse más de un millón de euros anuales. Oficialmente.
   Fue el socialista Luis Solana quien inició el proceso de privatización de Telefónica, y Villalonga, el compañero de pupitre de Aznar en el colegio del Pilar, quien lo culminó ya con un gobierno del PP. Desde entonces, se han hecho multimillonarios a costa de la empresa bastantes personajes amparados por estas siglas, algunos de ellos vinculados al Clan de Valladolid, un grupo de rapiñadores con el que Zaplana ha mantenido siempre estrechas relaciones.
   También Manuel Pizarro fue cariñosamente acogido en el seno de Telefónica, como consejero, tras dejar la presidencia de otra empresa pública privatizada, Endesa, con una indemnización de sólo 14 millones de euros. Del peculiar INEM con sede en la Gran Vía madrileña se benefician, sobre todo, personajes ligados al PP –el PSOE tiene su propia red para este tipo de asuntos sociales-, pero no falta alguna guinda del partido gubernamental en el pastel telefónico, como el ex secretario general de las zaplana_el_brazo_incorrupto.jpgJuventudes Socialistas, Javier de Paz, consejero de la entidad. Paz hizo toda su carrera política, desde adolescente, en el aparato del partido y su experiencia empresarial, hasta ahora, ha tenido como marco principal MERCASA, una entidad con mayoría de capital público. Pero para cobrar un dineral a fin de mes, sin necesidad de hacer nada, tampoco hace falta especial cualificación. Sólo pertenecer a una de las mafias del sistema bipartidista.
   Parece que la mediación de Paz, amigo de Rodríguez Zapatero, ha contribuido a acelerar el fichaje de Zaplana. Estas operaciones sólo son posibles si hay consenso entre los capos. Y ya se sabe que Eduardo Zaplana mantiene una excelente relación con políticos supuestamente rivales, como José Bono o Pérez Rubalcaba. Incluso el imperio del difunto Polanco ha cambiado ostensiblemente su tratamiento de la información sobre Zaplana y mantiene con él, desde hace meses ya, una exquisita política de guante blanco. Y los sindicatos tampoco han dicho ni pío sobre este escandaloso asunto.
   Para justificar el millonario fichaje, se dice que el ex presidente de la Generalitat puede ayudar a la expansión de Telefónica en Italia, dada su buena relación con Berlusconi, una especie de enorme Zaplana enfangado en numerosos pleitos judiciales que tampoco se resuelven nunca. El político cartagenero no habla italiano, francés ni inglés. Tampoco valenciano, a pesar de que es una lengua romance hermana del castellano y de que tuvo incluso un profesor particular cuando era presidente de la Generalitat. Pero no cabe duda de que sí conoce a la perfección el lenguaje de Berlusconi.