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Irán: amenazas de guerra y acciones encubiertas

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Manuel Revuelta
                                                       
   Son muchas, aunque algunas contradictorias, las señales sobre la proximidad de un “ataque preventivo” contra Irán. Va a ser votada la resolución 362 en el Congreso de Estados Unidos. Algunos la han denominado “Resolución de guerra contra Irán” y está activamente sostenida por el lobby sionista norteamericano. Tiene ya el apoyo de 170 congresistas, casi un 40% de la Cámara.
El párrafo más significativo pide “que el Presidente se comprometa en una iniciativa internacional para, inmediatamente y dramáticamente, aumentar la presión diplomática, económica y política sobre Irán para que suspenda, de manera verificable, todas sus actividades de enriquecimiento de uranio, prohibiendo las exportaciones hacia Irán de todos los productos petrolíferos refinados, imponiendo exigencias de inspección particularmente estrictas sobre todas las personas, los vehículos, los barcos, los aviones, los trenes y los cargamentos que entren o salgan de Irán; y prohibiendo los desplazamientos internacionales de todos los responsables iraníes implicados en las negociaciones de la suspensión del programa nuclear iraní”.
Se trataría no sólo de un posible bloqueo unilateral norteamericano que, sin la sanción del Consejo de Seguridad de la ONU, habría que considerarlo un acto de guerra, sino de un cheque en blanco en manos del gobierno Bush.
En opinión del neoconservador John Bolton, ex embajador ante la ONU, “el periodo más verosímil se sitúa después de las elecciones y antes de la toma de posesión del próximo presidente… No creo que actúen antes de las elecciones, porque no quieren perturbarlas, Deben valorar la eventualidad de actuar antes del fin del mandato de Bush o esperar a su sucesor”.
En declaraciones al periódico británico Sunday Telegraph, del grupo ultraderechista Murdoch, Shabtai Shavit, ex jefe del Mossad, los servicios secretos israelíes, ha señalado que Israel podría atacar unilateralmente Irán después de las elecciones  presidenciales norteamericanas, particularmente si gana el senador Barack Obama. Piensa que Irán tardará un año o menos en construir su primer arma nuclear. “El tiempo que falta disminuye”.

DOS LÍNEAS ROJAS

  asesinatos_en_iran.jpgEl 1 de julio, la cadena televisiva estadounidense ABC, citando fuentes del Pentágono, informaba que el ejército israelí atacará las instalaciones nucleares iraníes antes de fin de año. Habría ya dos líneas rojas. Una, la eventual aceleración de las actividades para el enriquecimiento del uranio en la central nuclear iraní de Natanz, paso determinante para conseguir la fabricación de la bomba atómica por parte de Irán. La otra sería la adquisición, por gobierno iraní, de misiles tierra aire SA 20, la última generación fabricada en Rusia. La operación ya está decidida y se llevaría a cabo después de las elecciones en Estados Unidos y antes del nombramiento del nuevo presidente.
Los militares entrevistados por la cadena ABC se han referido a las maniobras militares llevadas a cabo por el ejército israelí sobre el Mediterráneo y Grecia en la primera semana de junio. “No eran una maniobras, sino un ensayo general. Los militares israelíes han desarrollado una simulación de ataque a alto nivel, para demostrar a los mandos políticos que están preparados para llevar a cabo con éxito la operación contra Irán”.
Según el New York Times, las maniobras han sido realizadas por un centenar de cazabombarderos F 15 y F 16 sobre Grecia, con apoyo de helicópteros para la recuperación de pilotos abatidos. Los aviones han repostado en vuelo  a unas 900 millas de distancia de Israel, más o menos la existente entre Israel y Natanz, en Irán.
Sobre la complejidad de la situación, pueden añadirse las declaraciones, el 6 de junio, del ex ministro de Defensa israelí, actualmente titular de Transportes, Shaul Mofaz: “Si Irán prosigue su programa de fabricación de armas nucleares, atacaremos. Atacar a Irán para frenar sus proyectos nucleares será inevitable”. El barril de petróleo subió ese día once dólares.
No obstante, responsables militares y expertos norteamericanos siguen desconfiando de la capacidad  militar israelí y de su potencia de fuego para destruir el conjunto de las instalaciones nucleares iraníes: “Un centenar de aviones son suficientes para realizar un raid, pero no para llevar a cabo una campaña aérea, que es lo que se necesita para destruir las instalaciones”. Los militares estadounidenses piensan  que los objetivos a bombardear superan o doblan el millar, mientras que las fuerzas israelíes  sólo podrían bombardear un centenar.
En una conferencia de prensa celebrada el 2 de julio, el Jefe del Estado Mayor conjunto, almirante Mike Mullen, ha querido enfriar el belicismo reinante. “Es una parte del mundo muy inestable y no tengo necesidad de que se vuelva todavía más inestable. El ejército norteamericano ha llegado al límite de su capacidad con los conflictos de Irak y Afganistán. “Abrir un tercer frente ahora nos sometería a una presión extrema… pienso que todas las operaciones en esta parte del mundo son operaciones de alto riesgo”.
Mentiroso recalcitrante y más ambiguo, el  mismo día, el presidente Bush declaraba: “siempre he dicho que la primera opción para resolver  cada uno de los problemas debe ser la diplomacia. Pero las opciones militares permanecen sobre la mesa”.

INTOXICACIÓN EN LOS MEDIOS OCCIDENTALES

  La historia parece repetirse. Hace un año, Bernard Kouchner, ministro de Asuntos Exteriores francés y belicista humanitario, atemorizaba al mundo: “Hay que prepararse para lo peor, la guerra”. Los medios de comunicación occidentales intoxicaban y publicaban noticias de acompañamiento a una nueva escalada terrorista de los gobiernos de Estados Unidos e Israel contra el gobierno y el pueblo iraní. Si, en 2003, la campaña publicitaria que precedió a la invasión de Irak se basó en la existencia de armas de destrucción masiva y de la trasmutación de Sadam Hussein en el “nuevo Hitler”, la promovida contra Irán, en el 2007, tenía como soporte la fabricación de armas nucleares y el “islamofascismo” como ideología.
Sin embargo, aquella campaña de mentiras e intoxicaciones del gobierno  de Estados Unidos, el lobby judío y los grandes medios de comunicación occidentales no iba a cuajar. Sectores importantes del ejército norteamericano, empantanados desde hacía cuatro años en Irak y seis en Afganistán en guerras inacabables se opusieron y obstaculizaron una nueva aventura militar. En síntesis, una guerra aérea, con bombardeos preventivos y después, en caso de respuesta, de bombardeos convencionales o nucleares, podría arrasar y destruir, en dos o tres semanas, las estructuras militares e industriales de Irán, y ocasionar, como daños colaterales, hasta diez millones de iraníes muertos. Aún suponiendo una resistencia militar limitada, el problema sería el qué hacer al día siguiente de completados los bombardeos: La población de Irán se aproxima a los ochenta millones, habrían quedado vivos setenta millones de iraníes. La posibilidad de un recambio “democrático” y colonial del presunto “islamofascismo” en esa hecatombe no resulta demasiado viable. Estados Unidos no tiene tropas de tierra para invadir y ocupar el país. Todo ello sin incluir las variables del impacto de las destrucciones y de la matanza en la zona del Golfo Pérsico, en los países cercanos y en el resto del mundo. 
  A pesar de las presiones y advertencias técnicas de los mandos militares, George Bush y sus huestes neocon seguían obsesionados en la guerra contra Irán, una huida hacia adelante para salir de los cenagales iraquí y afgano.
  A las objeciones profesionales del estamento militar se unió, a primeros de diciembre del pasado año, un informe del  Centro de Inteligencia Nacional (National Intelligence Estimate  NIE), un informe elaborado por 16 agencias de los servicios de espionaje estadounidense. Su director, Mike McConnell, decidió hacerlo público. Según la agencia Associated Press se ha hecho una excepción en este caso debido a que la capacidad nuclear del régimen islámico forma parte del debate público sobre la política de EE UU hacia Irán y necesitaba ser puesta al día.
Según las agencias de espionaje norteamericanas, Irán detuvo sus investigaciones en 2003 y no ha habido más actividad en esta dirección desde entonces. El informe cree “poco probable” que el régimen de los ayatolás llegue a producir suficiente uranio para entonces. Con condiciones favorables, Irán podría llegar a tener la bomba no antes de mediados de la próxima década.
“La decisión de Teherán de paralizar su programa de armas nucleares indica que están menos decididos a desarrollar armas nucleares de lo que se anticipó en 2005”, aseguraba el documento, que se acercaba bastante a los datos aportados por  la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA),  y quedaba muy lejos de la tesis planteada por los halcones de la Casa Blanca. Para el egipcio Mohamed el Baradei, “este informe está en línea con las afirmaciones de los últimos años de la AEIA de que, aunque Irán necesita clarificar algunos aspectos de sus actividades nucleares en el pasado y el presente, la agencia no tiene evidencias concretas de que hay un programa de armas nucleares en marcha”.

OPERACIONES CLANDESTINAS

  Aparentemente, el peligro de la guerra se alejaba, pero Bush no cedió un milímetro de terreno sobre sus anteriores posiciones: “Irán era un peligro, es un peligro y continuará siendo un peligro… Veo el informe como una señal de aviso de que tuvieron un programa y lo pararon. Y la razón de que el informe sea una señal de aviso es que pueden volver a ponerlo en marcha”.
  Junto con la ofensiva mediática y las amenazas militares contra Irán, el gobierno norteamericano incrementó, a fines de 2007, las operaciones clandestinas para desestabilizar el país. A petición del presidente Bush, el Congreso, con mayoría demócrata, aprobó la concesión de 400 millones de dólares para “operaciones encubiertas”, unos planes de guerra sucia en el interior de Irán que incluía asesinatos, atentados terroristas, compra de organizaciones disidentes y recolección de información sobre la actividad nuclear de Teherán. 
 rabino.jpg Seymour Hersh, el periodista que denunció la matanza de Mi Lay en Vietnam o las torturas de Abu Graib en Irak, ha publicado un extenso trabajo denunciando esas operaciones encubiertas en las páginas del New Yorker. La utilización paralela de la CIA y del JSOC (Joint Special Operations Command,  comando de operaciones especiales interarmas) en el interior de Irán ha permitido al gobierno Bush ocultar el carácter terrorista de esas actividades al Congreso norteamericano y a éste a no darse por enterado. Sin embargo, los jefes demócratas están preocupados ante la escalada de actividades transfronterizas dentro de Irán, en particular la autorización del uso de “fuerza letal” por parte de fuerzas especiales estadounidenses con el fin de perseguir “blancos de gran valor”.
La iniciativa de Washington está enfocada a socavar el programa nuclear iraní y “tratar de desestabilizar el gobierno mediante un cambio de régimen”, el trabajo con grupos de la oposición dentro de Teherán y la “entrega de dinero”. Entre los sectores de la disidencia, serían apoyados los árabes Alwazi o minorías de Beluchistán. Según la revista norteame- ricano, el respaldo a los disidentes podría desencadenar una ola de represalias en Irán, algo que a su vez podría motivar una intervención de Estados Unidos.
Según Hersh, probablemente la Administración decidió utilizar a organizaciones disidentes en Irán, incluso cuando tenía razones para creer que esos grupos habían realizado anteriormente operaciones contra intereses americanos.
“La utilización de los elementos baloutchis, por ejemplo, es problemática, me dijo Robert Baer, un antiguo agente secreto de la CIA que trabajó durante cerca de dos años en Asia del Sur y en Oriente Medio. “Los baloutchis son fundamentalistas sunnites que odian al régimen de Teherán, y se les puede describir como miembros de Al Qaeda… Son tipos que cortan la cabeza de los creyentes que en este caso son chiítas iraníes”. Lo irónico es que, de nuevo, trabajamos con fundamentalistas sunníes, exactamente como lo hicimos en Afganistán en los años ochenta. Ramzi Youssef, que fue condenado por su participación en el atentado del World Trade Center en 1993, y Jaled Cheikh Mohammed, al que se considera uno de los planificadores de los ataques del 11 de septiembre, son fundamentalistas sunníes baloutchis.
Uno de los grupos más activos y violentos actualmente contra el régimen de Irán es el Djundallah, conocido también con el nombre de Movimiento de Resistencia del Pueblo Iraní, que se describe a sí mismo como una fuerza de resistencia que lucha por los derechos de los sunníes en Irán. “Es una organización salafiste cuyos fieles han seguido cursos en las mismas madrasas que los talibanes y los extremistas paquistaníes”. Se sospecha que tienen vínculos con Al Qaeda y se piensa también que están vinculados con el cultivo del opio”. El Djundallah asumió la responsabilidad del atentado contra un autobús lleno de soldados de la Guardia Revolucionaria, en febrero de 2007. Al menos murieron 11 miembros de la Guardia. Según Baer y los reportajes de prensa, el Djundallah forma parte de los grupos que se benefician del apoyo americano en Irán.

FINANCIACIÓN DE LA CIA
Las fuerzas especiales de la CIA y del JSOC (Joint Special Operations Command) tienen también vínculos antiguos con dos otros grupos disidentes en Irán: el Moudjahidin-e-Jalq, conocido en Occidente bajo la sigla MEK, y un grupo separatista kurdo, el Partido para una Vida Libre en Kurdistán, el PJAK. El MEK está en la lista de organizaciones terroristas del Departamento de Estado desde hace más de diez años. Con todo, estos últimos años, este grupo ha recibido armas e información, directa o indirectamente, de Estados Unidos. Una parte de esos fondos secretos recientemente autorizados, me dijo el consejero del Pentágono, podría terminar muy bien en las arcas del MEK “El nuevo cuerpo expedicionario trabajará con el MEK. La Administración espera desesperadamente resultados”. Añadió que “el MEK no tiene contable que compruebe sus cuentas y se piensa que sus dirigentes se han llenado los bolsillos durante años. ¡Si la gente supiese lo que toca el MEK y las sumas que terminan en sus cuentas bancarias! Y con todo, eso es prácticamente inútil para los objetivos que espera la Administración”.
   El partido kurdo, el PJAK, de que también hay información de  cómo se beneficia secretamente de la generosidad de  Estados Unidos, realiza acciones contra Irán a partir de bases situadas en el Norte de Irak, desde hace al menos tres años. (Irán, como Irak y Turquía, tiene una minoría kurda, y el PJAK y otros grupos buscaron la autodeterminación en un territorio que está a caballo entre esos tres países.) Estas últimas semanas, según Sam Gardiner, el estratega militar, hay un neto aumento de los compromisos armados del PJAK contra los iraníes y de ataques terroristas contra objetivos iraníes. A principios de junio, la agencia de prensa Fars informó que habían muerto una docena de miembros del PJAK y cuatro guardias fronterizos iraníes en una confrontación cerca de la frontera iraquí; un ataque similar en mayo había ocasionado la muerte de tres guardias revolucionarios iraníes y de nueve combatientes del PJAK. El PJAK ha sometido también a  Turquía, país miembro de la OTAN, a repetidos  ataques terroristas y el apoyo norteamericano que disfruta este grupo ha sido causa de fricciones entre los dos Gobiernos.