Las madrigueras del oscurantismo

Imprimir

  El libro “Puntos negros y otros artículos” recupera el pensamiento

Ana  Muiña y Agustín Villalba (editores)


 

¡La sensatez es la virtud
de los necios!
 ¡Pueblo resignado,
pueblo muerto!
¡Protestar y luchar es vivir!
¡Las religiones degradan
y embrutecen!
¡Mentir es envilecerse!
¡La libertad, no se pide, se toma! ¡Mal de muchos,
consuelo de necios!
¡La equidad primero
que la justicia!...

 

  Éstos son algunos de los aforismos que José Nakens componía sin descanso en los moldes de imprenta de El Motín. Las paremias aparecieron encabezando las páginas del periódico satírico madrileño durante 43 años; el tiempo que, contra todo pronóstico, mantuvo el semanario en pie: del 10 de abril de 1881, fecha de salida del primer número hasta su cierre, el 27 de diciembre de1924. El indomable periodista convirtió sus máximas en unos de los eslóganes más brillantes y provocadores del siglo XIX y principios del XX.
   «Había muchas armas para el combate. Nakens eligió la carcajada. ¡Certera preferencia!», afirmaba un admirador, el joven periodista de El Mercantil Valenciano, Abraham Polanco. Los textos de El Motín iban dirigidos a los esclavos libres. Su humor gráfico –nacido en esos días con publicaciones como La Flaca, Gil Blas, El Buñuelo, Don Quijote o El Motín– era magnífico, gracias a ilustradores como Giménez, Macipe, Ibáñez y en particular Demócrito, seudónimo de Eduardo Sojo, que en cada número desplegaba su magistral caricatura a doble página y a todo color.
Viéndolas hoy nos sorprenden por su esencia contracultural y contrapublicitaria. Nakens, curtido director de prensa, emprendió su aventura motinera con Juan Vallejo, abrigando fines transcendentales. En “Dos palabras”, presentación del primer número, dice: «Sí; hay motín, y motín semanal, dirigido principalmente contra vosotros, para contrarrestar los efectos del motín de cada día, de cada hora, de cada segundo, que le armáis a la libertad. ¡Guerra a los conservadores! Nos parece que este grito equivale a un programa».
  «El Motín es la barricada de Nakens, –alegaba su gran amigo, Roberto Castrovido, director, entre otros, de El País– es su personalidad hecha periódico y es su pedestal, su monumento y será —deseo que muy tarde— su mausoleo. «En El Motín ha impulsado a los débiles, ha animado a los reacios, ha entusiasmado a los fríos, ha defendido a los humildes, ha zaherido a los poderosos, ha adoctrinado, ha discutido —es un gran polemista—, ha demolido, ha vigilado, ha construido la Unión Republicana y la conciencia laica».

CIEN PROCESOS JUDICIALES

  Nakens, el infatigable comunicador francmasón, perseverante al idealismo, desde la república de las letras y la pública acción, atacó al carro triunfal de la tiranía advirtiendo a los poderosos que donde las dan las toman. Trató de impugnar todas las religiones, «porque, éstas, sólo sirven hoy en las naciones civilizadas para perpetuar las aberraciones del pasado que todavía explotan los poderosos». «¡Con la Inquisición, chitón¡ ¡Esta es la justicia que mandan hacer!...» solía decir. Convirtió su noticiero en un laboratorio de ideas muy popular; en sus épocas más álgidas llegó a tirar veinte mil ejemplares. En la Biblioteca de El Motín se editaban libros y folletos
  El director de El Motín sufrió un centenar de procesos judiciales y otro de excomunión, dando la cara siempre. En la etapa final, agónica, del semanario, las portadas clamaban con titulares como: «Nakens en la indigencia», «Nakens está sin una perra gorda. Salvémosle». En sus columnas se reproducía un artículo de El Diluvio donde jóvenes periodistas: Ángel Samblancat, Abraham Polanco, Juan Guixé o Javier Bueno pedían solidaridad con el anciano. Bueno y Bueno –su hijo no reconocido, torturado y ejecutado en las cárceles franquistas en 1939– escribía: «El Motín vive hoy con el agua al cuello, pero descansa viéndose rodeado de suscriptores a quienes no hay modo de buscar las vueltas.
  Un año antes del cierre definitivo de El Motín, una comisión de amigos, tan pobres como él, consiguió recolectar las pesetas que costaba lanzar un número extraordinario de agasajo al periodista. En enero de 1923, pudieron verse en sus páginas, piropeando al maestro de maestros, las firmas de muchos eminentes republicanos, colaboradores motineros –Roberto Castrovido, Eduardo Barriobero, Emilio Menéndez Pallarés, Hermenegildo Giner de los Ríos, Rodrigo Soriano o Fray Gerundio–, al lado de otros más jóvenes como Marcelino Domingo y Álvaro de Albornoz. Y las coplas que el poeta del pueblo, Luis de Tapia, le dedicaba a modo de sonata en son: Yo admiro a Nakens... Porque es un sordo / que escucha el son, / cuando es rebelde, / de la canción...
  El 12 de noviembre de 1926, el viejo luchador de osada rebeldía y bondad ingénita dejó de existir, a punto de cumplir 85 años, por una congestión cerebral. Se marchó, en los brazos de su hija Isabel, «dulcemente, sin una queja, sin un gesto» (El Liberal). Su entierro fue multitudinario. La foto de Alfonso aparecida en La Voz lo atestigua. Escritores, políticos de extrema izquierda, estudiantes, republicanos de todas las tendencias, asociaciones de mujeres, masones y gente del pueblo acompañaron al féretro hasta el cementerio civil de Madrid. El cadáver, cubierto con una sábana blanca; el coche fúnebre, sin gualdrapas ni coronas de flores, por expresa petición del finado, a excepción de un estandarte de La Sociedad de Madrid El Libre Pensamiento. La comitiva gritaba: «¡Vivan los hombres honrados!».

CUERVOS NEGROS

  En La Linterna Sorda hemos disfrutado preparando la edición de “Puntos negros y otros artículos” que presentamos. ¿Puntos negros? Nakens veía la reacción en forma de nube negra que va cubriendo todos los horizontes: puntos negros por doquier, gabinetes negros gobernando, negros crespones del caciquismo, parásitos negros, curas cuervos negros, las gentes de la Iglesia con unos sentimientos más negros que su ropaje... Además de incluir textos impresos originales de su obra e imágenes inéditas muy dificultosas de encontrar, hemos incorporado abundantes notas y corchetes para facilitar la lectura, para ubicar mejor sus crónicas, tanto en lo referente al contexto histórico como a los personajes que cita. La colección de artículos que dan cuerpo a “Puntos negros”, escritos entre 1884 y 1885, alguno en 1888, formaron parte de la Biblioteca de El Motín; se confeccionó en la imprenta Popular de Madrid, plaza Dos de Mayo, 4 (el modesto taller de Nakens). La fecha de su impresión, que no consta en la edición original, nos ha sido compleja de rastrear pues la datación de 1900 que figura en algún archivo bibliotecario es errónea. Recurriendo a la prensa de la época comprobamos que el libro vio la luz en julio de 1890. Así se verifica en una reseña de Nakens aparecida en El Motín del 27 julio de 1890 bajo el título de “Bombo y platillos”, y en los anuncios promocionales insertados por esas fechas en otras publicaciones como Las Dominicales del Libre Pensamiento.
  Pese al tiempo transcurrido, la fuerza de sus escritos es indudable. Su descripción desnuda de una España (o Españas) corrupta, chaquetera, fanática y conservadora nos resulta familiar. Con «hoy no hay nada», se despedía escéptico en Nihil, el último y brillante artículo de “Puntos negros”. De Nakens, destacamos su libertad de pensamiento, su esencia, aunque algunas de sus reflexiones nos resulten algo anticuadas, como su apasionado patriotismo, tan sentido, tan presente en las grandes figuras republicanas de su época. La vida de Nakens transcurrió en tiempos de confusión entre guerra religiosa y lucha política; entre un ejército represor acompañado de guerrilleros carcundas, como así los llamaba, y algunos honrosos militares revolucionarios.
  «El exagerado patriotismo de Nakens no pudo avenirse con una doctrina que rechaza las nacionalidades y combate la idea de patria», sostenía el gran poeta peruano González Prada en un escrito de 1907 pidiendo su indulto. «Pues bien: la patria aquélla, tan defendida y amada por él, es la misma que hoy le juzga y le condena sin misericordia. Porque la patria no es sólo el aire que respiramos, el río del que bebemos, el terreno que sembramos, la casa donde vivimos y el cementerio en que duermen nuestros antepasados; es también el soplón que nos delata, el esbirro que nos apercolla, el juez que nos condena, el carcelero que nos guarda y la suprema autoridad a quien debemos obediencia y sumisión, ya esté representada por un general sudamericano que a duras penas sepa leer y escribir, ya por un reyezuelo español que lleve por cerebro un trozo de bacalao frito en el aceite de alguna sacristía».
  Nakens, bajo una apariencia de implacable luchador, tanto por sus rasgos físicos y de carácter como por lo directo de su pluma, fue un bondadoso soñador de ideas, según lo describe Luis Bonafoux. Asignó su escritura de acerados conceptos a impugnar «la calumnia esgrimida como principal arma de combate». Pasan los siglos y la mentira sigue instalada en el poder, en la prensa oficial y en la sociedad.