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Editorial

Barack Obama está a punto de provocar la I Guerra mundial de siglo XXI

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  obama_premio_nobel.jpg    Como los antiguos emperadores romanos, de la época de la decadencia que pactaban con los bárbaros para asaltar a la propia Roma, el presidente norteamericano Barack Obama ya no está interesado en defender a sus propios ciudadanos, sino que sólo piensa en alimentar a la máquina de guerra en que se ha convertido la industria USA y en abrir nuevos frentes donde consumir los excedentes de esa maquinaria y apoderarse de inmensos botines de guerra en forma de pozos de petróleo, oro y hasta las cuentas corrientes de dictadores árabes que en otro tiempo fueron sus aliados, como Sadam Hussein, o contemporizaban con ellos, como el libio Gadafi y el egipcio Mubarak.


La decisión de Obama de atacar a Siria -si finalmente se convierte en realidad- podría ser el comienzo de la primera guerra mundial del siglo XXI y acabar afectando no solo a todo el Cercano Oriente -muy posiblemente enseguida se extendería a Irán y Arabía Saudí, incluso a Egipto- sino que metería a Europa, a través de la Otan en el ojo del huracán, lo que podría dar la puntilla a una Unión Europea ya tocada de ala por sus graves problemas económicos.

Los dirigentes europeos actúan -como ya ocurrió en gran parte en la invasión de Irak- como unos auténticos lacayos de Estados Unidos y de Israel, aceptando todas las mentiras y tergiversaciones de la realidad que se cuecen en las oficinas de la CIA o en el Pentágono, Si en el caso de Irak fue la historia inventada de las “armas de destrucción masivas”, que nunca aparecieron después de la caída de Hussein, ahora ha sido las acusaciones contra Siria de utilizar armas químicas para justificar un ataque descomunal contra este país árabe.


Para los que no lo sepan, Estados Unidos -y también España- fueron los que dotaron al ejército irakí, cuando Saddam Hussein era su aliado de armas químicas que usaron contra los iraníes en la guerra devastadora que enfrentó a ambos países desde 1980 a 1988. De nada sirvieron las denuncias de médicos e investigadores de la Naciones Unidas contra Hussein que en esos momentos estaba apoyado por el presidente Ronald Reagan y podía gasear sin problemas a sus enemigos.
  Lo mismo ocurre con la utilización de los derechos humanos utilizados por Estados Unidos sistemáticamente para justificar sus crímenes de guerra con la excusa de ir a restablecerlos en países como Afghanistán o Libia, mientras que no les preocupan lo que ocurre en Arabia Saudí o en Pakistán, que son sus aliados. De esa manera han encontrado un buen truco para conseguir el apoyo hipócrita de la izquierda europea que les es muy útil para impedir que los ciudadanos se manifiesten contra las guerras.


¿Recuerdan la campaña iniciada en la época de los talibanes contra el uso del burka por las mujeres afghanas? Durante los meses previos a la invasión de Afghanistán centenares de mujeres españolas fueron movilizadas por el PSOE para protestar por la situación de las afghanas. Una vez que los norteamericanos hicieron su trabajo y colocaron a su “títere” las mujeres siguieron con sus burkas y nadie volvió a salir a la calle a protestar. Cada vez son más evidentes las excusas tramposas de los estrategas norteamericanos, que dejan en evidencia a sus aliados de “izquierda”.


Si Obama acaba entrando en Siria a pesar de la oposición mantenida por Rusia y China, parece probable esperar una reacción de las autoridades rusas y chinas difícilmente previsibles a estas alturas pero muchos observadores dan por sentado que la cosa no acabaría ahí y podría ser la chispa de una guerra mundial.
Bien es verdad que desde hace más de cinco años, en tiempos del “emperador” George Bush, los norteamericanos vienen anunciando una inminente ataque a Irán -considerado el verdadero enemigo a batir- sin que hasta ahora se haya producido. Incluso ya en tiempos a pesar de que el Pentágono ha seguido manteniendo esos planes bajo la dirección ya de Barack Obama.


Hace tiempo también que los norteamericanos vienen diversificando sus suministros de petróleo para evitar que una guerra mundial en el Cercano Oriente pudiera provocar una falta de suministro energético en su propio país, lo que indica que sus planes bélicos son reales y no simples amenazas.


Con todo la verdadera oposición a los planes guerreros de Estados Unidos está en los miles de ciudadanos de todo el mundo que ya tomaron las calles contra la guerra de Irak y que ya han comenzado a movilizarse contra este nuevo asalto. Sólo la acción decidida de los pueblos contra sus gobernantes belicistas pueden impedirlos.

 


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