El PNV se alinea con los negacionistas (Nº 59)

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XABIER MAKAZAGA

  Bien es verdad que el PP achaca al PSOE la organización de los GAL, pero la tesis oficial de ambos partidos es que al Estado español no se le puede achacar haber practicado el terrorismo de Estado ni siquiera durante la dictadura franquista. Y eso que en el informe presentado en el Parlamento Vasco sobre las llamadas “víctimas de motivación política” se reconoce literalmente que, durante el franquismo, el Estado buscaba «la generalización de un estado de terror en la población».
  Y si rechazan que se practicara el terror de Estado en aquella aciaga época, ni que decir tiene que aún mucho más rotundamente lo rechazan para la época posterior. Y escudándose en ello, se niegan a hacer ningún tipo de valoración ni condena del peor de los terrorismos desde un punto de vista ético-moral, el practicado por el Estado mismo.
  Por eso se han opuesto a que sean considerados víctimas del terrorismo los cinco trabajadores asesinados por la Policía en Gasteiz el 3 de marzo de 1976. O los tres jóvenes del caso Almería salvajemente torturados hasta la muerte por la Guardia Civil tras ser confundidos con militantes de ETA en 1981. Y mucho menos están dispuestos a admitir que otros torturados hasta la muerte como Joxe Arregi o Mikel Zabalza hayan sido víctimas del terrorismo. Tan sólo admiten que algunos funcionarios del Estado ejercieron una «violencia de motivación política» hasta mediados de la década de los 80. Y a partir de entonces, ni eso, porque según ellos el Estado español pasó a ser plenamente democrático.

LA TORTURA, EN EL VÉRTICE DEL TERROR DE ESTADO
  Sin embargo, un referente indiscutible de ambos partidos en cuanto a las víctimas del terrorismo, el catedrático de Ética de la Universidad de Deusto Xabier Etxeberria, les ha enmendado completamente la plana al afirmar que existen dos tipos de terrorismo, el de «grupos con motivación política armados frente al Estado» y el ejercido por «el propio Estado a través de una violencia que quebranta gravemente los derechos humanos y que tiene en la tortura su expresión máxima -terrorismo de Estado-».
Etxeberria sitúa la tortura en el vértice del terror de Estado porque es un crimen contra la humanidad cuya prohibición en la ley internacional es absoluta (quienquiera que torture o ayude a torturar está siempre cometiendo un crimen) y propone que se reconozca que en el Estado español se da al menos tanta tortura como la denunciada por «organismos internacionales de probada honestidad e imparcialidad» (menciona a Amnistía Internacional, el CPT del Consejo de Europa, el CAT y el Relator para la Tortura de la ONU…), y también por «organismos locales de similar imparcialidad probada». Por lo tanto, reconoce que estos últimos 25 años se ha seguido practicando el terrorismo de Estado, en forma de una tortura que todos esos organismos han venido denunciado una y otra vez con rotundidad.
  PSOE y PP ensalzan el discurso de Etxeberria sobre las víctimas de ETA, pero hacen oídos sordos a lo que dice respecto a las víctimas del Estado, y tampoco hacen caso alguno a su insistencia en la necesidad de que los causantes de los dos tipos de terrorismo por él descritos reconozcan todas y cada una de las vulneraciones de los derechos humanos cometidos y el daño causado a las víctimas que las han sufrido.
  En efecto, mientras la izquierda abertzale está dando pasos clarísimos en esa asunción de responsabilidades y reconocimiento del daño causado, con declaraciones como la del Kursaal o la del Colectivo de Presos Políticos Vascos, tanto PP como PSOE se niegan en redondo a ello. Y siguen basando toda su estrategia de Estado en la mentira y la negación de la existencia misma del conflicto político.
  Por desgracia, esa prepotente postura negacionista de PP y PSOE está encontrando el apoyo del PNV, un partido que ha hecho siempre bandera de la necesidad de que se resuelva ese secular conflicto, y que por eso debería estar interesado en apoyar todos los pasos que se den en ese sentido y criticar a quienes se niegan a darlos. Sin embargo, en lugar de ello, insiste en criticar a quienes están dando todos los pasos mientras se alinea con quienes se jactan una y otra vez de no estar en absoluto en tregua, ponen nuevas condiciones a medida que se cumplen las anteriormente vigentes y sigue utilizando una violencia que nada tiene de legítima ya que conlleva graves violaciones de derechos humanos.
¿Por qué está actuando así el PNV? ¿Por qué se ha negado tan frontalmente a que se constituya una Comisión de la Verdad que pueda sacar a la luz todo lo sucedido durante las últimas décadas de conflicto? Me temo que porque también ellos tienen trapos sucios que ocultar en lo que al terrorismo de Estado se refiere, aunque muchos menos que PP y PSOE. Porque saben que la verdad también les va a salpicar a ellos. Porque tienen miedo a la verdad. Miedo a que sus responsabilidades también han de quedar al descubierto. Por ejemplo, en lo que respecta a la tortura.
Pues bien, más les valdría aparcar ese miedo y recapacitar sobre las consecuencias de alinearse una y otra vez con los negacionistas y su escalada de exigencias que no ayudan precisamente a que este pueblo se quite por fin de encima la losa de ese secular conflicto político, sino todo lo contrario. Y actuar en consecuencia. Aún están a tiempo.